Mientras el Reino Unido planea prohibir la terapia de reorientación sexual como resultado de una encuesta patrocinada por el gobierno a personas homosexuales, un autor católico que se identifica por tener atracción a personas del mismo sexo dijo que se debería mantener el derecho de las familias a buscar respuestas pastorales enmarcadas en la enseñanza de la Iglesia.
En julio de 2017, el Gobierno británico de la primera ministra conservadora Theresa May lanzó una encuesta para recopilar información sobre las experiencias de personas homosexuales en Reino Unido.
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Participaron más de 108 mil personas y, como resultado, el gobierno emitió un "Plan de Acción LBGTI" de 75 puntos. Hasta marzo de 2020 se asignarán 4.5 millones de libras esterlinas (5.9 millones de dólares) para implementar el plan y se buscarán fondos adicionales para los años futuros.
Como parte de las medidas el Gobierno "considerará todas las opciones legislativas y no legislativas para prohibir la promoción, oferta o realización de terapias de reorientación sexual".
Penny Mordaunt, ministra de la Mujer e Igualdad, dijo el 4 de julio a BBC Radio que se trata de una "terapia muy extrema que está ahí para tratar de 'curar' a alguien de ser homosexual".
"Eso es muy diferente a los servicios psicológicos y asesoramiento. Es bastante desagradable algunos de los resultados que encontramos y muestra que hay más cosas por hacer", señaló.
Daniel Mattson, autor del libro "Why I Don't Call Myself Gay" (Por qué no me llamo gay), dijo a CNA –agencia en inglés del Grupo ACI– que "esto significa la intromisión e interferencia del Estado en los derechos de padres e hijos a determinar sus propias acciones, supuestamente para proteger a las personas de daños".
"Nosotros como católicos, tenemos que defender los derechos de nuestras familias y jóvenes para encontrar el tipo de terapia que les ayudará de acuerdo con las enseñanzas de la Iglesia", añadió.
Mattson está también familiarizado con algunos de los peligros al tratar de cambiar la orientación sexual de un individuo. Agregó que ha habido "medidas extremas" en la terapia que exaspera la salud mental.
"Creo que ha habido algún daño en el intento de cambiar la orientación sexual. Hay algunas personas que dicen que si tienes suficiente fe y oras, estas cosas se resolverán. Bueno, eso no es saludable, no es útil y lleva a falsas promesas", sostuvo.
Mattson dijo que el objetivo de la terapia no debería ser cambiar la orientación sexual de una persona. Más bien, dijo que una respuesta terapéutica adecuada a las personas con tendencia homosexual debería basarse en la castidad y la virtud, llevando a alguien a adoptar una visión natural y virtuosa de la persona.
"Creo que lo que es muy útil es la terapia basada en la virtud, la terapia basada en la castidad, guiada por la antropología católica, en la que un joven entra para tratar de ayudarlos con su identidad dada por Dios. Ayudaría a alguien a aceptar su verdadera naturaleza sexual como se les revela en su cuerpo", dijo.
Una parte del problema, dijo Mattson, es que el debate homosexual se divide en una falsa dicotomía: "Afirmar a alguien en esta identidad homosexual o (empeñarse) en los esfuerzos para cambiar orientación sexual".
En respuesta, dijo que los católicos deberían definir mejor la homosexualidad y la terapia de reorientación sexual. Señaló que la presencia o ausencia de las atracciones a personas del mismo sexo no debería ser el centro de atención, sino más bien abarcar toda la verdad de la persona humana según lo ve la Iglesia.
"Esta es una pregunta en la que los padres quieren que su hijo o hija sepa lo que significa sentirse completamente cómodo con su propia identidad sexual como hombre o mujer", dijo.
Finalmente, aseguró que lo que "la Iglesia está haciendo es llamar a hombres, mujeres y adolescentes para que vivan las enseñanzas de la Iglesia sobre la castidad y las virtudes, y nuestros jóvenes deben tener el derecho de poder recibir una terapia que pueda ayudarlos con eso".