Sara Winter, ex activista de Femen convertida en provida en Brasil, reveló que tras abortar voluntariamente a su primer hijo y sufrir una hemorragia que comprometió su vida, ninguna de las feministas que consideraba sus amigas la ayudó.
En un reciente documental producido por la productora argentina Faro Films, Winter narró que la hemorragia producida por las inyecciones de misoprostol, que acabó con la vida de su hijo de tres meses y la dejó internada en un hospital por medio año, fue "insoportable", "horrible" y casi provoca le provoca la muerte.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Además, afirmó que sus amigas de Femen no acudieron a su rescate y solo recibió ayuda de un amigo católico practicante.
"(El aborto) no tiene nada que ver con el empoderamiento de la mujer. No hay empoderamiento cuando uno tiene pedazos de su bebé saliendo del cuerpo. ¿Qué hay de empoderamiento en casi morir?", dijo en el documental publicado el 10 de junio.
Winter –cuyo nombre real es Sara Fernanda Giromin– fue una de las fundadoras en el 2012 de la rama brasileña de Femen, una organización de violentas activistas conocidas por protestar con el torso desnudo a favor del aborto y el lobby gay.
Sin embargo, en 2015 Sara se convirtió a la causa provida y ahora combate la ideología de género. Además ha pedido disculpas a los cristianos por las ofensas realizadas durante su activismo feminista.
En el documental cuenta que luego de sufrir diversos tipos de abuso durante su infancia, incluyendo el sexual, y haberse dedicado a la prostitución, quiso unirse al movimiento feminista para acabar "de alguna forma" con todo tipo de violencia contra las mujeres.
Así, a los 19 años Femen le pagó un pasaje y estadía en Kiev (Ucrania) para que fuera capacitada y luego dirigiera una célula en Brasil.
"Me quedé por 30 días siendo entrenada de maneras honestas y deshonestas sobre cómo hacer para que el movimiento feminista, así como el movimiento de género LGTB, sean más populares en Latinoamérica a través de los medios de comunicación y la cultura", narró.
En ese contexto, afirmó que le enseñaron una técnica llamada sextremismo, "que es usar el cuerpo para influenciar los vehículos mediáticos y culturales".
"Fui entrenada por miembros de la ex Unión Soviética. Tenían todo un plan de conquista psicológica", dijo.
Durante la entrevista lamentó haber liderado el movimiento feminista en su país –entre 2012 y 2015– y aceptó que no cambió para bien "la vida de ni una mujer".
"Las feministas no están interesadas en cambiar la vida de la mujer, sino que es un movimiento político que quiere cambiar las leyes para que puedan ganar más dinero, esa es la verdad. Chicas que como yo, que sienten dolor y sufrimiento en su corazón, son usadas como instrumento político, nada más", aseguró Winter.
También contó que por ese entonces estaba convencida de que la Iglesia Católica, al estar conformada por muchos hombres, "era una institución patriarcal y el punto que une todas las desigualdades de la violencia contra la mujer", y por lo tanto era el "peor enemigo de todas las mujeres y su libertad".
"El feminismo no es una lucha sola, es solo un brazo de todo un cuerpo conformado por otros movimientos como el Sin Tierra, movimiento negro, movimiento indigenista, movimiento LGTBI. Todo un globalismo controla esos movimientos que buscan la destrucción de la familia", afirmó Winter.
Tiempo después del aborto que casi la deja sin vida, recibió la noticia de estar embarazada nuevamente.
Sin embargo, Winter ya había tomado la decisión de abandonar el feminismo, convertirse al catolicismo y criar a su hijo en la fe. Su bebé le cambió la vida y hoy es una de las dirigentes provida más influyentes de Latinoamérica.
"Hoy tengo la oportunidad de hacer lo que siempre quise. De cambiar el mundo de la mujeres, entonces estoy feliz", dice al final del documental.