Los obispos de Filipinas condenaron el asesinato del P. Richmond Nilo, quien estaba preparándose para celebrar la Misa, y han convocado a una jornada de reparación por la conversión de los culpables y en rechazo a la violencia.
El 10 de junio unos desconocidos dispararon cuatro veces al P. Nilo cuando estaba junto al altar de la capilla de Nuestra Señora de la Nieve en la ciudad de Zaragoza, provincia de Nueva Ecija.
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Este templo está bajo la jurisdicción de la Diócesis de Cabanatuan, cuyo Obispo, Mons. Sofronio Aguirre Bancud, señaló que "matar a un sacerdote no solo no es cristiano e inhumano, sino que también es anti-filipino".
"Ningún sacerdote ni ningún ser humano debe ser asesinado con esta brutalidad, falta de respeto e impunidad. Cada sacerdote, aun con sus debilidades humanas, es un regalo de Dios a su Iglesia y un embajador de Cristo", expresó en un comunicado recogido por la agencia vaticana Fides.
Por su parte, el Arzobispo de Lingayen-Dagupan, Mons. Sócrates Villegas, convocó para el 18 de junio a una jornada de "reparación" por la conversión de los asesinos, el rechazo a la violencia, y por el descanso del P. Nilo.
Se ha previsto la celebración de Misas, procesiones y vigilias de oración.
Mons. Villegas también pidió a los fieles esforzarse por "trabajar por el cambio social y político de acuerdo con los valores de la doctrina social de la Iglesia. Pedimos la guía del Espíritu Santo sobre nuestros gobernantes, para que se restaure el respeto por la vida y la dignidad humana".
El también presidente de la Conferencia Episcopal Filipinas indicó que el P. Nilo es el tercer sacerdote asesinado en seis meses.
Los otros dos son el P. Mark Ventura, que murió el pasado 29 de abril en la provincia de Cagayan; y el P. Marcelito "Tito" Paez, que fue asesinado el 5 de diciembre de 2017 también en la provincia de Nueva Ecija.
Las autoridades filipinas anunciaron la creación de un grupo especial para investigar la muerte de estos presbíteros.
Fides informó que la Iglesia en Filipinas ha rechazado la propuesta de otorgar armas a los sacerdotes para que se defiendan.