En la Solemnidad de Pentecostés, que se celebra este domingo, los católicos tenemos la posibilidad de obtener una indulgencia plenaria, tanto para uno mismo como para un alma del Purgatorio.
El Catecismo de la Iglesia Católica explica que el Purgatorio es una “purificación final” que deben atravesar para llegar al cielo todos aquellos “que mueren en la gracia y en la amistad de Dios” pero que están “imperfectamente purificados, aunque están seguros de su eterna salvación”.
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¿Qué es una indulgencia plenaria?
La Enciclopedia Católica (EC) explica que “por indulgencia plenaria se entiende la remisión de toda la pena temporal merecida por el pecado, de tal modo que no es necesaria ninguna otra expiación en el Purgatorio”.
De forma breve y amplia se puede decir que la indulgencia plenaria permite que el alma “vuelva” al estado en el que estaba cuando la persona fue bautizada. Si una persona fallece después de obtenerla, se puede decir que tendría asegurado el Cielo.
Una indulgencia, precisa la EC, “no es un permiso para pecar, ni un perdón para pecados futuros: ninguna de estas dos cosas pueden ser concedidas por poder alguno”.
“No es tampoco el perdón de la culpa del pecado”, pues requiere que el pecado haya “sido ya perdonado con anterioridad”.
“Al contrario, significa una satisfacción más completa de la deuda que el pecador tiene ante Dios”, indica.
“En el Sacramento de la Penitencia se remueve la culpa del pecado y, conjuntamente con ella, también la pena eterna merecida por el mismo; pero el castigo temporal requerido por la justicia divina permanece, y este requerimiento debe ser satisfecho sea en esta vida o en la vida futura, es decir, en el Purgatorio”, añade.
“La indulgencia ofrece al pecador arrepentido la posibilidad de saldar o aligerar esta deuda durante su vida en la tierra”, precisa.
Las almas del Purgatorio esperan gozar de la presencia de Dios en el Cielo. Para poderles ayudar en ese proceso de purificación, un católico puede realizar los siguientes pasos:
Tener la firme intención de no volver a pecar, incluso venialmente.
Confesar sacramentalmente todos los pecados.
Recibir la Eucaristía.
Orar por las intenciones del Papa.
Rezar o cantar el himno Veni Creator Spiritus durante la Solemnidad de Pentecostés.
Melodía Veni Creator Spiritus
Letra:
Veni Creator Spiritus,
Mentes tuorum visita,
Imple superna gratia,
Quae tu creasti, pectora.
Qui diceris Paraclitus,
Altissimi donum Dei,
Fons vivus, ignis, caritas,
Et spiritalis unctio.
Tu septiformis munere,
Digitus Paternae dexterae,
Tu rite promissum Patris,
Sermone ditans guttura.
Accende lumen sensibus,
Infunde amorem cordibus,
Infirma nostri corporis,
Virtute firmans perpeti.
Hostem repellas longius,
Pacemque dones protinus;
Ductore sic te praevio,
Vitemus omne noxium.
Per te sciamus da Patrem
Noscamus atque Filium;
Teque utriusque Spiritum
Credamus omni tempore.
Deo Patri sit gloria,
Et Filio, qui a mortuis
Surrexit, ac Paraclito
In saecula saeculorum.
Traducción:
Ven, Espíritu Creador,
visita las almas de tus fíeles
y llena de la divina gracia los corazones,
que Tú mismo creaste.
Tú eres nuestro Consolador,
don de Dios Altísimo,
fuente viva, fuego, caridad
y espiritual unción.
Tú derramas sobre nosotros los siete dones;
Tú, el dedo de la mano de Dios;
Tú, el prometido del Padre;
Tú, que pones en nuestros labios
los tesoros de tu palabra.
Enciende con tu luz nuestros sentidos;
infunde tu amor en nuestros corazones;
y con tu perpetuo auxilio,
fortalece nuestra débil carne.
Aleja de nosotros al enemigo,
danos pronto la paz,
sé Tú mismo nuestro guía,
y puestos bajo tu dirección,
evitaremos todo lo nocivo.
Por Ti conozcamos al Padre,
y también al Hijo;
y que en Ti, Espíritu de entrambos,
creamos en todo tiempo,
También hay una versión en español:
Este artículo fue publicado originalmente en 2019. Ha sido actualizado para su republicación.