El Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Eguren, propone 7 preguntas para meditar este Tercer Domingo de Adviento, también llamado Domingo de la Alegría o Domingo de Gaudete.
En su homilía de hoy el Prelado recordó que la alegría de este domingo, simbolizada por ejemplo en la vestidura rosa de los sacerdotes, se debe a la cercanía del nacimiento de Jesús.
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Sin embargo, precisó, esta no es una alegría solo emotiva o superficial; sino que es "la alegría que brota de sabernos amados por Dios, al punto que Él mismo (Jesús) en persona viene a salvarnos".
El Prelado alentó luego a que los nacimientos o pesebres sean signo de esta alegría profunda; y un llamado a acoger a los pobres y sufrientes.
7 preguntas para meditar este Tercer Domingo de Adviento
El Arzobispo peruano recordó que en el Evangelio de hoy hay una frase importante que merece atención, cuando Jesús dice: "'¡Dichoso aquel que no halle escándalo en Mí!' (Mt 11, 6). Es decir, dichoso aquel para quien Yo, Jesús de Nazaret, no sea una piedra de obstáculo en el camino de su vida".
Por ello, el Prelado alentó a hacerse las siguientes preguntas:
1.- ¿Jesús me escandaliza con su Persona y enseñanzas?
2.- ¿Sus palabras me resultan demasiado duras y exigentes?
3.- ¿Arranco de su Evangelio las páginas que me incomodan, y me quedo solo con las que me convienen y gustan?
4.- Es decir, ¿vivo un cristianismo a mi medida y conveniencia?
5.- ¿Me proclamo hijo de la Iglesia, pero estoy en desacuerdo con algunas enseñanzas de su Magisterio?
6.- ¿Me resulta escandalosa la doctrina de la Iglesia en favor de la vida cuando condena el aborto y la eutanasia, o cuando proclama la santidad del matrimonio entre un varón y una mujer, único fundamento de la familia?
7.- ¿Me escandalizo de su Magisterio Social, y de sus principios que son la defensa de la dignidad de la persona humana, la primacía del bien común, la solidaridad y la subsidiariedad?
Adviento tiempo para acoger a Jesús
Mons. Eguren resaltó asimismo que "el Adviento es tiempo para acoger a Jesús, pero acogerlo integralmente, con toda la radicalidad de su Persona y mensaje, así como San Juan, quien no se escandalizó de Él, y por eso murió mártir por defender la pureza y santidad de la unión matrimonial".
El rey Herodes ordenó decapitar a San Juan Bautista, quien lo había amonestado por haberse casado con Herodías, que era esposa de su hermano Filipo.
"Nunca hay que olvidar que no es el mundo el que juzga al Evangelio, sino el Evangelio al mundo", subrayó el Prelado.
El Arzobispo resaltó además que "el testimonio de vida de San Juan el Bautista, nos reclama coherencia de vida cristiana y valiente testimonio de la fe que profesamos.