El Papa Francisco recibió este 4 de mayo a unos 700 participantes del Congreso Internacional promovido por la Congregación para los Institutos de Vida Consagrada, a quienes recordó los tres pilares de la vida consagrada.
El congreso internacional "Consecratio et Consecratio per evangelica consilia. Reflexiones, preguntas abiertas, caminos posibles", se realiza en Roma del 3 al 6 de mayo. En su discurso, el Santo Padre recordó las palabras que pronunció en su visita a la localidad de San Giovanni Rotondo el 17 de marzo.
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Francisco quiso reflexionar de nuevo en lo que allí dijo sobre las "tres p" que constituyen los 3 pilares de la vida consagrada: plegaria, pobreza y paciencia.
La plegaria
El Papa afirmó que "la plegaria es volver siempre a la primera llamada. Cualquier plegaria, tal vez una plegaria en caso de necesidad, pero siempre es regresar a esa Persona que me ha llamado".
"La plegaria de un consagrado, de una consagrada, es regresar al Señor que me ha invitado a estar cerca de Él. Regresar a Aquel que me miró a los ojos y me dijo: 'Ven. Deja todo y ven'".
Aseguró que "la plegaria es lo que me hace trabajar para el Señor, no para mis intereses o para la institución en la que trabajo, no: Para el Señor".
"La plegaria, en la vida consagrada, es el aire que nos hace respirar esa llamada –continuó–, renovar esa llamada. Sin ese aire no podríamos ser buenos consagrados. Quizás seremos buenas personas, cristianos, católicos que trabajan en tantas obras de la Iglesia, pero tú tienes que renovar continuamente la consagración allí, en la plegaria, en un encuentro con el Señor".
La pobreza
El Santo Padre explicó la importancia de la pobreza en la vida consagrada y aseguró, citando las Constituciones de San Ignacio, que "la pobreza es la madre, es el muro de contención de la vida consagrada".
Sin pobreza "no hay fecundidad en la vida consagrada. Y ese 'muro', te defiende. Te protege del espíritu de la mundanidad, por supuesto. Sabemos que el diablo entra por los bolsillos. Todos lo sabemos. Y las pequeñas tentaciones contra la pobreza son heridas a la pertenencia al cuerpo de la vida consagrada".
La paciencia
"Sin paciencia, es decir, sin la capacidad de padecer, una vida consagrada no puede sostenerse a sí misma, estará a medio hacer", advirtió el Pontífice. "Sin paciencia, por ejemplo, se entienden las guerras internas de una congregación. Porque no han tenido la paciencia de soportarse el uno al otro, y gana la parte más fuerte, no siempre la mejor; e incluso la que pierde tampoco es la mejor, porque es impaciente".
Por otro lado, el Papa indicó que la paciencia no sólo es necesaria en la vida comunitaria, sino también "ante los sufrimientos del mundo. Llevar sobre los hombros los problemas, los sufrimientos del mundo".
"Y también paciencia frente a los problemas comunes de la vida consagrada". Por ejemplo, "pensemos en la escasez de vocaciones: 'No sabemos qué hacer, porque no tenemos vocaciones... Hemos cerrado tres casas...'. Esta es una queja diaria, la habéis escuchado. Las vocaciones no llegan".
En este sentido, advirtió del peligro de caer en la tentación del dinero cuando falta la paciencia a la hora de afrontar el problema de la falta de vocaciones. "Cuando no hay esta paciencia vendemos y nos agarramos al dinero por cualquier cosa que pueda suceder en el futuro. Esta es una señal, una señal de que se está cerca de la muerte: Cuando una congregación comienza a sentir apego al dinero", advirtió.