Con motivo del 1 de mayo, Día del Trabajo y festividad de San José Obrero, el Cardenal Carlos Osoro, Arzobispo de Madrid (España), aseguró que el trabajo es "un don de Dios que nos unge de su dignidad", porque "nos ha concedido la gracia de invitarnos a ser sus colaboradores en la obra de la creación haciendo que el mundo reencuentre su fin".
Sin embargo, advirtió que uno de los "problemas más graves de nuestra sociedad, que afecta de manera especial a nuestros jóvenes, tiene que ver con el trabajo".
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El Cardenal aseguró que "debemos acercarnos a quienes se ven privados de un trabajo digno, como se acercó el Señor a los discípulos de Emaús, para encontrarnos con ellos en sus propios itinerarios".
Por ello animó a estar con quienes sufren "así en la noche oscura y terrible del desempleo prolongado, o a la intemperie cuando se padece trabajo precario que no asegura la integración social", y regalar a todos "el calor de la presencia del Señor Resucitado, nuestro más valioso tesoro".
El Arzobispo señaló que "el trabajo es un bien de la persona", "un elemento fundamental para la dignidad" que "nos humaniza, nos hace personas, sujetos protagonistas de la vida".
También es "una vocación a la trascendencia" y que "construye a la familia y la educación de los hijos".
Sin embargo, indicó que la situación es muy distinta porque "el trabajo, tal como salió de las manos de Dios según la Revelación, se da de bruces con el panorama laboral actual: millones de personas no pueden acceder a gozar de ese don regalo de Dios en todo el mundo".
En ese sentido, recordó que según la última Encuesta de Población Activa, la tasa de desempleo en la Comunidad de Madrid alcanza las 466.500 personas, predominando el paro femenino y juvenil.
Quienes consiguen trabajo, lamentó, en muchas ocasiones no lo pueden ejercer "con la plenitud de los derechos reconocidos".
De hecho subraya que en España "ahora que vamos saliendo del pozo inhumano de cifras inasumibles de desempleo, nos vamos instalando en el precariado" que afecta no sólo al ámbito laboral sino también al personal ya que da lugar a "la construcción de proyectos de vida caracterizados por la inconsistencia y la debilidad".
"Para muchos el trabajo ya no es una garantía para salir de la pobreza y conseguir lo mínimo vital. Menos para vivirlo como una gozosa contribución al despliegue de su vocación. La inexistencia de un trabajo digno y estable impide las otras dos 'T' de que tanto habla el Papa: la tierra y el techo", recuerda el Cardenal.
Según explica, en el trasfondo se encuentran varios motivos, entre ellos "el capitalismo desenfrenado" o "la fe ciega en el crecimiento ilimitado, la idolatría del progreso y la tecnociencia, o el mito del mercado sin reglas", entre otros.
"La prioridad ya no es el crecimiento de la persona sino el crecimiento exponencial de la riqueza", y el trabajador "es ya un mero recurso humano, una mercancía más que se puede incluir como un coste al servicio de la máxima ganancia", denunció.
El Cardenal Osoro dijo que ante este panorama la fiesta del 1 de mayo, Día del Trabajo, "es una gracia de Dios, no solo para reivindicar la justicia en los derechos laborales, sino para ver la causa de este cambio de modelo social que no hace justicia a lo que es el ser humano ni da respuesta a su vocación transcendente".
Y subraya que "la Iglesia tiene una riqueza que aportar" a esta fiesta, como es "el planteamiento de una visión humanizadora y transcendente", además de "una serie de actitudes evangélicas".
Recuerda que el trabajo "que pertenece a la esencia del ser humano, es su manera de estar en el mundo, recreándolo para gloria de Dios, de los otros, y de sí mismo", por eso subraya que cuando la Biblia dice "dominad la tierra y poseedla", el modelo último del dominio para el Señor "no es el soberano político que explota a sus súbditos sino que es Dios mismo, Señor y Padre".
Una actitud que fundamenta "la postura de respeto y cuidado del mundo como la Casa común del Padre para toda la humanidad".
Además insiste en que "por ser actividad humana, el trabajo tiene como finalidad la donación a los otros, para bien de la humanidad" y destaca que "verdaderamente trabajamos dignamente cuando nuestro trabajo es expresión de amor" que "no solo busque los intereses de la ganancia".
"Trabajar es siempre trabajar por alguien, olvidarse de sí mismo para darse a los otros", destacó el Cardenal Osoro.
"Nada puede pagar el valor del trabajo. El salario solo puede ser reconocimiento agradecido de una actividad, pero no puede medir el valor del trabajo. Con eso incluimos en la categoría de trabajo el cuidado de la familia, de los niños, de los ancianos y discapacitados, el que se despliega en el hogar o en tareas de voluntariado", afirmó. .
También animó a "aclarar, proponer e incentivar un modelo de empresario, distinto del especulador" y recordó que "la persona no solo es trabajo", sino que hay otras "necesidades humanas que necesitamos cultivar y atender, como la familia, los amigos y el descanso".
"Que el Señor Jesús nos ayude a que, entre todos, con todos y para todos, el trabajo sea un auténtico ámbito de humanización en el que se realice el designio justo y amoroso de nuestro Dios", pidió el Cardenal.