El Arzobispo de Pamplona y Tudela (España), Mons. Francisco Pérez, advierte en su carta semanal del riesgo que existe con el consumo de pornografía, que es "como una droga que crea adicción" y que daña el cerebro, mata el amor y conduce a la violencia.
"Uno de los grandes problemas, que apuntan los sicólogos y siquiatras, es el consumo de la pornografía", aseguró el Prelado quien precisó que esta adicción "está haciendo verdaderos estragos desde el punto de vista psicológico como desde la perspectiva humana y espiritual".
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Según explica Mons. Fernández en su carta, "los frutos que conlleva esta dependencia son desastrosos y el alcance de violencia que engendra son desbordantes".
Además apunta que "se confunde con mucha frecuencia este modo de proceder como si fuera una liberación de lo que antes era una opresión", sin embargo insiste en que "la sociedad actual se enfrenta a una infinidad de tentaciones que buscan esclavizar al ser humano a través del pecado".
Por eso recuerda que el Catecismo de la Iglesia Católica define la lujuria "como un deseo o un goce desordenados del placer venéreo. El placer sexual es moralmente desordenado cuando es buscado por sí mismo, separado de las finalidades de procreación y de unión".
"La pornografía daña al cerebro. Es como una droga que crea adicción y es muy difícil de erradicar. Se consume y siempre se quiere más y nunca se sacia", afirma el Obispo de Pamplona y Tudela, que también precisa que "cuanto más se consume, más grave es el daño al cerebro".
Sobre esta adicción, el Prelado afirma que se "crea una situación en la que la persona se enfrasca y se aficiona de tal forma que el cerebro no tiene capacidad de reaccionar con libertad, está atado como la presa en la trampa".
"De ahí se llega al comportamiento extremo donde se desnaturaliza el acto sexual y se convierte en un juego normalizado considerándolo como algo común y sin relevancia en aspectos morales".
El Catecismo de la Iglesia Católica también precisa que la pornografía "atenta gravemente a la dignidad de quienes se dedican a ella (actores, comerciantes, público), pues cada uno viene a ser para otro objeto de un placer rudimentario y de una ganancia ilícita. Es una falta grave, Las autoridades civiles deben impedir la producción y la distribución de material pornográfico".
Mons. Fernández también explica que "la pornografía mata al amor", ya que "estudios recientes han encontrado que después que un individuo ha estado expuesto a la pornografía, se califican a sí mismos con menor capacidad de amor que aquellos individuos que no tuvieron contacto con la pornografía".
"El verdadero amor queda relegado puesto que la pasión se convierte en utilizar a la otra persona como un objeto de placer y nada más. Por eso es una mentira que bajo capa de satisfacción y consideración del otro, se utiliza de tal forma que se cosifica y se despersonaliza", afirma y subraya que "no existe el amor puesto que es un placer lleno de egoísmo".
Además, el Obispo alerta de que la pornografía "conduce a la violencia" porque "al maltratar el cuerpo, se maltrata a la persona".
"Da ideas torcidas sobre el sexo y se propaga con intereses creados", afirma y subraya que los medios de comunicación están, a través de los móviles o tabletas, "propagando el fenómeno del sexting, envío de contenidos eróticos,".
Un fenómeno al que el Prelado pide "poner freno pues de lo contrario se llegará, como ya sucede, a perder la dignidad humana".
"El auténtico humanismo nada tiene que ver con este pecado muy grave que se ha convertido en un divertimento", afirma y destaca que "hay instituciones que trabajan para atajar esta vorágine que no sabemos hasta dónde puede llegar".
Mons. Fernández insiste en su carta que "la educación en el amor requiere una pedagogía sana y sin ambages poniendo como finalidad la auténtica castidad" y propone "retomar las catequesis que el Papa Juan Pablo II hizo sobre el amor y la sexualidad humana".
Puede leer la carta íntegra AQUÍ.