El Papa Francisco dijo este domingo a los niños de una parroquia de Roma cuál es su pasaje favorito del Evangelio, y afirmó que "me gusta mucho" porque se ve "la fuerza de Jesús para cambiar nuestro corazón".
El Santo Padre visitó este domingo la parroquia de San Pablo de la Cruz, en Roma, donde tuvo un encuentro con los niños, los ancianos, los enfermos, y celebró una Misa.
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El primero de los encuentros fue con los niños, que le hicieron algunas preguntas. "¿Cuál es tu pasaje favorito del Evangelio?, ¿y por qué?", le preguntó uno de los menores, de nombre Leonardo.
Antes de responder, el Pontífice les pidió que cuando regresaran a su casa, agarraran el Evangelio y buscasen ese pasaje.
"Es un pasaje que me gusta tanto del Evangelio de Mateo", empezó Francisco, "cuando Jesús encuentra a este traidor de la patria que se llamaba Mateo" y que "estaba a la puerta de la ciudad" cobrando los impuestos para dárselos a los romanos.
El Papa explicó a los niños que Mateo "era un traidor a la patria" porque daba los impuestos "al ejército que ocupaba Palestina, que en aquel tiempo eran los romanos". Indicó que era "un pecado feo" porque además "había olvidado su pertenencia a la patria".
Mateo pertenecía a la gente que era "despreciada por todos", les dijo el Papa. Sin embargo, añadió, "Jesús pasa, lo mira y le dice 'levántate, ven'. Este hombre no lo podía creer".
"Un hombre despreciado, traidor, pecador. Ese hombre se levantó y siguió a Jesús", relató a los niños.
El Papa les dijo que le gusta ese pasaje del Evangelio "porque ahí se ve la fuerza que tiene Jesús para cambiar un corazón". Era de lo peor, pero llegó Jesús a cambiarlo, afirmó el Pontífice.
"Quizás ustedes conocerán gente que diga 'pero yo, nunca, nunca podré ser bueno porque tengo tantas cosas sobre mi espalda. Nunca podré cambiar'". Sin embargo, les dijo que "Jesús es capaz de cambiar al más malo y hacerlo evangelista, un apóstol y un santo".
"Por esto me gusta tanto, porque se ve la fuerza de Jesús para cambiar nuestro corazón, para hacerlo bueno", afirmó el Papa, que les pidió a los niños no olvidar la promesa de leer en casa ese pasaje del Evangelio.