La vida cristiana y el camino a la santidad "es también una lucha constante contra el diablo", afirmó el Papa Francisco en su nueva exhortación apostólica Gaudete et exsultate, y advirtió que pensar en el príncipe del mal como un mito o una idea es un engaño que "nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos".
Francisco, que varias veces ha alertado sobre la existencia del demonio y sus seducciones, aborda también este tema en su nuevo documento.
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Así, en el capítulo cuarto titulado "Algunas notas de la santidad en el mundo actual", recuerda que "no nos hace bien mirar desde arriba, colocarnos en el lugar de jueces sin piedad, considerar a los otros como indignos y pretender dar lecciones permanentemente" porque "esa es una sutil forma de violencia".
"San Juan de la Cruz proponía otra cosa: 'Sea siempre más amigo de ser enseñado por todos que de querer enseñar aun al que es menos que todos'. Y agregaba un consejo para tener lejos al demonio: 'Gozándote del bien de los otros como de ti mismo, y queriendo que los pongan a ellos delante de ti en todas las cosas, y esto con verdadero corazón. De esta manera vencerás el mal con el bien y echarás lejos al demonio y traerás alegría de corazón. Procura ejercitarlo más con los que menos te caen en gracia. Y sabe que si no ejercitas esto, no llegarás a la verdadera caridad ni aprovecharás en ella'".
Un poco más adelante, al tratar de la importancia de vivir en comunidad, Francisco asegura que "es muy difícil luchar contra la propia concupiscencia y contra las asechanzas y tentaciones del demonio y del mundo egoísta si estamos aislados". "Es tal el bombardeo que nos seduce que, si estamos demasiado solos, fácilmente perdemos el sentido de la realidad, la claridad interior, y sucumbimos", subraya.
Pero es en el capítulo quinto, el último del documento, y en el apartado llamado "algo más que un mito", donde habla de forma más explícita.
"No aceptaremos la existencia del diablo si nos empeñamos en mirar la vida solo con criterios empíricos y sin sentido sobrenatural. Precisamente, la convicción de que este poder maligno está entre nosotros, es lo que nos permite entender por qué a veces el mal tiene tanta fuerza destructiva", escribe el Papa.
El Obispo de Roma reconoce que "es verdad que los autores bíblicos tenían un bagaje conceptual limitado para expresar algunas realidades y que en tiempos de Jesús se podía confundir, por ejemplo, una epilepsia con la posesión del demonio. Sin embargo, eso no debe llevarnos a simplificar tanto la realidad diciendo que todos los casos narrados en los evangelios eran enfermedades psíquicas y que en definitiva el demonio no existe o no actúa".
"Su presencia está en la primera página de las Escrituras, que acaban con la victoria de Dios sobre el demonio", explica. "De hecho, cuando Jesús nos dejó el Padrenuestro quiso que termináramos pidiendo al Padre que nos libere del Malo. La expresión utilizada allí no se refiere al mal en abstracto y su traducción más precisa es 'el Malo'. Indica un ser personal que nos acosa. Jesús nos enseñó a pedir cotidianamente esa liberación para que su poder no nos domine".
A continuación, pide no pensar "que es un mito, una representación, un símbolo, una figura o una idea". "Ese engaño nos lleva a bajar los brazos, a descuidarnos y a quedar más expuestos", añade.
"Él no necesita poseernos. Nos envenena con el odio, con la tristeza, con la envidia, con los vicios. Y así, mientras nosotros bajamos la guardia, él aprovecha para destruir nuestra vida, nuestras familias y nuestras comunidades, porque 'como león rugiente, ronda buscando a quien devorar'".
La última mención al demonio la hace en el documento al hablar de la "corrupción espiritual" que a su juicio "es peor que la caída de un pecador, porque se trata de una ceguera cómoda y autosuficiente donde todo termina pareciendo lícito: el engaño, la calumnia, el egoísmo y tantas formas sutiles de autorreferencialidad, ya que el mismo Satanás se disfraza de ángel de luz".