Los obispos de México y Estados Unidos criticaron duramente la decisión del Presidente Donald Trump de enviar tropas a la frontera de ambos países y recordaron que este lugar "no es una zona de guerra".
En un comunicado titulado "Por la dignidad de los migrantes", los seis obispos del Consejo de la Presidencia de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y 16 obispos de la zona fronteriza reiteraron que "'el grito de los migrantes es nuestro grito'. ¡Su dolor es nuestro dolor! ¡En cada migrante que es lastimado en su dignidad y en sus derechos, Jesucristo vuelve a ser crucificado!"
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Los prelados mexicanos resaltaron también que "la frontera entre México y Estados Unidos 'no es una zona de guerra', como han dicho recientemente nuestros hermanos obispos de los Estados Unidos. Al contrario, esta zona está llamada a ser ejemplo de vinculación y corresponsabilidad".
"Solo hay futuro en la promoción y defensa de la igual dignidad y de la igual libertad entre los seres humanos", precisaron en su pronunciamiento dirigido a todos los habitantes de México y Estados Unidos; y a sus respectivos presidentes, Donald Trump y Enrique Peña Nieto.
El pronunciamiento episcopal se da luego que el Presidente de Estados Unidos, Donald Trump, anunciara esta semana su decisión de enviar entre dos mil y cuatro mil soldados a la frontera con México, que se quedarían hasta la finalización del muro que ha ordenado construir.
El 4 de abril, la Casa Blanca informó que Trump firmó un memorándum que indica que "la seguridad de Estados Unidos está en peligro por un aumento drástico de la actividad ilegal en la frontera sur".
CNN en Español indicó que el gobierno de México manifestó que si el "despliegue de la Guardia Nacional se tradujera en una militarización de la frontera, ello dañaría gravemente la relación bilateral".
La BBC indicó el sábado 7 de abril que un vocero de la Guardia Nacional de Estados Unidos informó que unos 250 soldados de Texas serán enviados en las próximas 72 horas; mientras que Arizona enviaría alrededor de 150. Los estados de Nuevo México y California también han recibido la orden de enviar personal.
Trump no es el primer Presidente que decide enviar tropas a la frontera de Estados Unidos con México. Ya lo hicieron anteriormente George W. Bush, cuando desplegó entre seis y ocho mil soldados de 2006 a 2008; y Barack Obama, que envió 1200 hombres entre 2010 y 2012, con un costo de más de 110 millones de dólares.
El anuncio del envío de tropas también ha recibido el rechazo de los obispos de Estados Unidos. El 5 de abril, el Arzobispo de San Antonio en Texas, Mons. Gustavo García-Siller, escribió en su cuenta de Twitter que "las nuevas mediadas de la frontera México-Estados Unidos una vez más son una acción sin sentido y una desgracia de la administración".
"Estas medidas manifiestan represión, miedo y una percepción de que todos son el enemigo, además de un mensaje muy claro: no nos importa nadie más. Este no es el espíritu americano", agregó el Prelado estadounidense.
Por su parte, el Obispo de El Paso, Mons. Mark Seitz, cuestionó: "¿A qué amenaza están respondiendo los soldados de nuestra poderosa nación? (…) ¿Por qué estamos militarizando una frontera que compartimos con un vecino pacífico en un momento en el que la inmigración indocumentada está en su nivel más bajo?"
Respeto a la dignidad y los derechos
En su comunicado, los obispos de México recordaron que "el Papa Francisco sin ambages nos ha dicho a todos: 'una persona que sólo piensa en hacer muros, sea donde sea, y no construir puentes, no es cristiano. Esto no es el evangelio'".
"Por la dignidad de los migrantes y por la dignidad de todos los habitantes de nuestros países, proponemos consumir nuestras energías en la creación de otro tipo de soluciones. Soluciones que siembren fraternidad y enriquecimiento mutuo en el orden humanitario, cultural y social", exhortaron los prelados mexicanos.
Los obispos destacaron que "no toda norma, ni toda decisión política o militar, por el mero hecho de promulgarse o definirse, es de suyo justa y conforme a los derechos humanos".
"Si ha habido una lección histórica que todos como sociedad hemos aprendido tras los conflictos mundiales vividos durante el siglo XX es que lo legal requiere de ser legítimo; es que la dignidad inalienable de la persona humana es la verdadera fuente del derecho; es que el dolor de los más vulnerables debe ser entendido como norma suprema y criterio fundamental para el desarrollo de los pueblos y la construcción de un futuro con paz".
Ese, resaltaron, "es el origen profundo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Ese es el fundamento universal de una convivencia fraterna entre las naciones".
Los obispos cuestionaron luego a los gobernantes mexicanos por no haber sabido crear las oportunidades para su gente, y subrayaron que "las carencias que tenemos los mexicanos no pueden ser justificación para promover el antagonismo entre pueblos que están llamados a ser amigos y hermanos".
"No es conforme a la dignidad humana y a las mejores razones y argumentos concebidos por hombres como Abraham Lincoln o Bartolomé de las Casas, edificar barreras que nos dividan o implementar acciones que nos violenten".
Los obispos aseguraron asimismo que "los migrantes no son criminales sino seres humanos vulnerables que tienen auténtico derecho al desarrollo personal y comunitario".
Para concluir, los obispos hicieron votos para que la Virgen de Guadalupe bendiga "a nuestros gobernantes y a nuestros pueblos" y "que Ella nos sostenga en el esfuerzo por hacer de nuestras naciones, y de toda nuestra región, un espacio de reconciliación fraterna, de desarrollo integral y de servicio solidario a los más pobres que sirva de inspiración para el mundo entero".