Durante la Cuaresma, es común que las personas se abstengan de consumir ciertos alimentos y bebidas u ofrezcan como sacrificio dejar alguna práctica favorita. Sin embargo, en este tiempo litúrgico un brasileño realizó una penitencia muy original: elaborar una escultura de Jesús para donarla a una iglesia en el estado de São Paulo.
El autor de la imagen es Nilson Araujo, un diseñador gráfico de 40 años, que está casado y tiene tres hijos. En declaraciones a ACI Digital –agencia en portugués del Grupo ACI– indicó que él creció en el seno de una familia católica, frecuentaba la Misa a diario y que una de sus hermanas es religiosa.
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Desde niño su pasatiempo ha sido el dibujo y para esta Cuaresma decidió realizar algo diferente: una escultura. Recordó que "cuando era adolescente fui a una o dos clases de modelado en arcilla, pero no me interesó ese tipo de trabajo en esa época de mi vida".
Quiso que su obra "expresara los mismos trazos marcantes que busco lograr en mis dibujos. Por ello, como se trataba de la Cuaresma, la primera imagen que vino a mi cabeza fue la del Señor Muerto".
"Durante algunos días tenía la idea en mi cabeza: ¿cómo lo iba a hacer? ¿cómo conseguiría el barro? ¿Dónde la haría? Y así las respuestas hicieron que el propósito se volviera más evidente: ¡esculpiría un Señor Muerto como penitencia para esta Cuaresma!", narró.
El proyecto empezó a concretarse después del Miércoles de Ceniza. Un amigo suyo, que es dueño de una alfarería, le donó unos 80 kilos de barro, aunque pronto se dio cuenta de que necesitaría más.
En el patio de su casa, Araujo instaló su taller donde construyó "una base de madera, como una cuna, que medía siete centímetros de altura, un metro y 80 centímetros de largo, y 70 centímetros de ancho".
Para elaborar su escultura de barro, se inspiró en las imágenes del Señor Muerto que había visto y aplicó sus conocimientos de anatomía. "Así, con algunos palitos de helado, cuyas puntas afilé; un pequeño cuchillo y una espátula, nació la escultura, totalmente modelada en el barro", manifestó a ACI Digital.
Araujo contó que su labor fue difícil ya que desconocía el tiempo que tardaba en secar el barro. "Trabajé con mucho empeño todos los días, por lo menos dos horas por noche", destacó.
"Para terminar el modelado me demoré cerca de 15 días, que equivaldrían a un total de 30 horas de trabajo. Lo que siguió fue esperar a que secara para hacer los acabados", señaló, y explicó que conforme secaba el barro, iban surgiendo grietas y su propósito de Cuaresma comenzó a tener más sentido.
"Una de las grietas separó la imagen en el medio, a la altura de la cintura, comprometiendo ambas manos, las cuales tuve que rehacer innumerables veces, conforme las grietas iban disminuyendo", recordó.
El diseñador gráfico dijo que en muchas ocasiones dejó trabajos inconclusos debido al tiempo que tomaba elaborarlos, pero esta vez no perdió la esperanza y "por algún motivo, no me pasó por la cabeza tal pensamiento".
Se dio cuenta "que la diferencia estaba en los detalles", y al superar las dificultades, pudo "perfeccionar la imagen, remodelando mejor las manos, detalles como las uñas, el cabello, etc.".
Dijo que con esta "penitencia" aprendió a "cultivar mejor la paciencia, virtud tan olvidada por el frenesí del día a día, especialmente debido al mercado en el que me desenvuelvo donde 'todo es para ayer'".
La escultura del Señor Muerto aún está en su fase final.
Cuando esté terminada, será colocada expuesta en un lugar especial de la iglesia de Nossa Senhora Aparecida, ubicada en Porto Feliz, ciudad donde también vive Araujo con su familia.
"Siento que fui un instrumento de la Divina Providencia para haber llegado al resultado esperado. Al final, a pesar de todo trabajo que tuve, de la falta de herramientas adecuadas y principalmente falta de tiempo, salgo renovado con la sensación de misión cumplida", expresó.
Traducido y adaptado por María Ximena Rondón. Publicado originalmente en ACI Digital.