Los obispos de Francia pidieron al Gobierno que no se legalice la eutanasia en el país, ante el pedido de unos 156 diputados que quieren cambiar la ley que prohíbe esa práctica.
El mensaje de los obispos responde a la carta de los diputados difundida en el diario francés Le Monde, donde piden "dar a los enfermos que están al final de su vida una libre disposición de sus cuerpos".
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Los parlamentarios solicitan que la persona pueda solicitar la eutanasia "cuando esté libre, lúcida, y sin ser coaccionada ni estar deprimida" y "que los médicos hayan confirmado que el tratamiento es inviable".
Además, 260 mil personas firmaron una petición, publicada en el periódico Libération, donde piden "una ley que brinde una ayuda activa para morir".
Ante esto, el pasado 22 de marzo la Conferencia Episcopal Francesa publicó en su sitio web la declaración titulada "Fin de la vida: sí a la urgencia de la fraternidad".
"Deploramos las disparidades en el acceso a los cuidados paliativos y la falta de capacitación ofrecida al personal médico y de enfermería, lo que a veces causa un sufrimiento trágico", indicaron los obispos, que recordaron que una "persona en alta vulnerabilidad requiere tiempo, discreción y delicadeza".
En ese sentido, afirmaron que "cambiar la ley manifestaría una falta de respeto no solo por el trabajo legislativo ya realizado, sino también hacia el paciente y la progresiva implicación de los cuidadores".
Señalaron que Francia reclama a la fraternidad como parte de su lema, pero que al aprobar la eutanasia se estaría contradiciendo el significado de esa palabra y enviando una señal "dramática para todos, especialmente para las personas frágiles, que a menudo se sienten desgarradas por esta pregunta: '¿No soy una carga para mi familia y para la sociedad?'".
"Cualesquiera que sean las sutilezas legales buscadas para sofocar los problemas de la conciencia, el gesto fratricida se mantendría en nuestra conciencia colectiva como una pregunta reprimida y sin respuesta: '¿Qué hiciste con tu hermano?'".
Los obispos señalaron que los enfermos "dentro de su autonomía, necesitan confianza y ser escuchados para confiar sus deseos, a menudo ambivalentes. ¿Cuál sería la coherencia del compromiso médico si, en algunos lugares, los cuidadores fueran rápidos en acceder a los deseos de muerte inducida químicamente, mientras que otros acompañaban a esos pacientes, los escuchaban y los aliviaban?".
"La vulnerabilidad de las personas, jóvenes y mayores, en situaciones de dependencia y al final de la vida no es un gesto de muerte, sino un apoyo solidario". Estas personas "requieren un acompañamiento más atento, no un abandono prematuro al silencio de la muerte", manifestaron.
"Es una verdadera fraternidad que se necesita con urgencia: es el vínculo vital de nuestra sociedad", agregaron.
Asimismo, precisaron que "nuestras decisiones personales, nos guste o no, tienen una dimensión colectiva. Las heridas del cuerpo individual son heridas del cuerpo social. Si algunas personas toman la decisión desesperada de suicidarse, la sociedad tiene el deber de prevenir este acto traumático. Esta elección no debe ingresar a la vida social a través de la cooperación legal hacia el gesto suicida".
Por ello llamaron a los ciudadanos y parlamentarios a dar "un salto de conciencia" para que en Francia se construya una sociedad cada vez más fraternal, donde nos cuidemos "individual y colectivamente".
Actualmente en Francia la eutanasia está prohibida, pero desde enero de 2016 se permite aplicar una "sedación profunda y continua" a los enfermos para provocar la muerte.
Puede leer la carta completa en francés de los obispos AQUÍ.