Un día como hoy hace 396 años, el Papa Gregorio XV canonizó a San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús y creador de los ejercicios espirituales.
El santo falleció repentinamente el 31 de julio de 1556 en Roma, cuando llevaba 15 años al frente de la orden de los jesuitas, que en ese entonces tenía unos 10 mil miembros sirviendo en Europa, India y Brasil.
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Una de sus grandes obras fue el libro "Ejercicios espirituales". El Papa Pío XI dijo en una ocasión que el método ignaciano de oración "guía al hombre por el camino de la propia abnegación y del dominio de los malos hábitos, a las más altas cumbres de la contemplación y el amor divino".
El fundador de los jesuitas fue beatificado por el Papa Paulo V en 1609 y 13 años después fue elevado a los altares junto con cuatro grandes santos: San Francisco Javier, uno de sus primeros seguidores; San Isidro Labrador, San Felipe Neri y Santa Teresa de Jesús.
Se cuentan 48 santos y beatos jesuitas y en el año 2013 fue elegido el primer Papa de la Compañía de Jesús: el Cardenal Jorge María Bergoglio, hasta entonces Arzobispo de Buenos Aires y que tomó el nombre de Francisco.
En el año 2016 se estrenó la película "Ignacio de Loyola", producida por Jesuit Communications Foundation (JesCom); que narra la conversión del santo, su combate espiritual y cómo fundó la Compañía de Jesús.
Los restos de San Ignacio de Loyola se veneran en la Iglesia del Gesù, en Roma. La casa donde nació y se convirtió está ubicada dentro del Santuario de Loyola en Azpeitia, en el norte de España, y está abierta al público. Más información AQUÍ.
¿Quién fue San Ignacio de Loyola?
Nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Azpeitia, en el seno de una familia noble. Desarrolló una carrera militar y cuando tenía 30 años fue herido durante la defensa del Castillo de Pamplona del ataque del ejército francés. Fue enviado de regreso a casa y allí los médicos le hicieron tres operaciones a la rodilla.
Mientras convalecía leyó textos sobre la vida de Cristo y los santos y decidió imitarlos. Una noche se le apareció la Virgen María con su Hijo y desde entonces se propuso servir al Rey del cielo.
Fue al Santuario de la Virgen de Monserrat, donde se consagró a la Madre de Dios e hizo confesión general de toda su vida. Después se trasladó al pueblo de Manresa y allí se retiraba a una cueva para orar. Experimentó una sequedad espiritual y en ese sitio surgió la idea de los ejercicios espirituales.
En 1523 partió hacia Tierra Santa, donde solo se quedó un año porque le enfurecía la presencia de los mahometanos. Regresó a España y estudió latín, lógica, física y teología. También evangelizaba a niños y organizaba reuniones.
La Inquisición lo encarceló durante tres semanas acusado de difundir doctrinas calificadas como "peligrosas", pero luego fue declarado inocente.
En 1528 llegó a París y allí se le unieron sus primeros siete seguidos. En 1534 funda la Compañía de Jesús, de la que fue Superior General hasta su muerte.
Era tanto el deseo que tenía de salvar almas que exclamaba: "Estaría dispuesto a perder todo lo que tengo, y hasta que se acabara mi comunidad, con tal de salvar el alma de un pecador".
Fundó casas de su congregación en España y Portugal. Envió a San Francisco Javier a evangelizar el Asia. De los jesuitas que envió a Inglaterra, 22 murieron martirizados por los protestantes. Sus dos grandes amigos Laínez y Salmerón fueron famosos sabios que dirigieron el Concilio de Trento.
A San Pedro Canisio lo envió a Alemania, donde llegó a ser el más célebre catequista del país. Recibió como religioso jesuita a San Francisco de Borja que era rico, político, gobernador, en España. San Ignacio escribió más de 6 mil cartas dando consejos espirituales.
Su lema era: "Todo para mayor gloria de Dios". Y a ello dirigía todas sus acciones, palabras y pensamientos: A que Dios fuera más conocido, más amado y mejor obedecido.
Como casi cada año se enfermaba y después volvía a obtener la curación, cuando le vino la última enfermedad nadie se imaginó que se iba a morir. Falleció súbitamente el 31 de julio de 1556 a la edad de 65 años. Su fiesta se celebra ese día.
Fue proclamado patrono de los ejercicios y retiros espirituales por el Papa Pío XI en 1922.
Puede conocer más sobre la vida de San Ignacio de Loyola AQUÍ.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 30 de marzo de 2017