El Papa Francisco recibió en audiencia en el Palacio Apostólico del Vaticano a la Primera Ministra de la República Popular de Bangladesh, Sheikh Hasina, con quien trató la situación de los refugiados musulmanes Rohingya, procedentes de la vecina Myanmar.

La Primera Ministra se reunió también con el Cardenal Pietro Parolin, Secretario de Estado de la Santa Sede, y Mons. Antoine Camilleri, Subsecretario de Relaciones con los Estados.

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Según informó la Sala de Prensa del Vaticano por medio de un comunicado de prensa, estas conversaciones se desarrollaron "en una atmósfera de cordialidad, se recordaron las buenas relaciones bilaterales, así como la satisfacción por el reciente viaje apostólico del Santo Padre a Bangladesh y por la calurosa participación en el evento por parte de la población, incluidos muchos no católicos".

Posteriormente, "se habló de la contribución de la Iglesia en el país, especialmente en el campo educativo, y del esfuerzo del Estado por promover la coexistencia pacífica entre las diversas comunidades religiosas y en defensa de las minorías y de los refugiados, expresando aprecio por la acogida de los Rohingya y manifestando el deseo de una solución justa y duradera para su drama".

El Papa viajó a Bangladesh en diciembre de 2017 en una visita que también incluyó a la vecina Myanmar, país mayoritariamente budista, de donde han sido expulsados los musulmanes Rohingya, a quienes se les despojó de sus derechos y ciudadanía a pesar de su presencia secular en el país. Muchos de ellos encontraron refugio en Bangladesh, de mayoría musulmana.

En su viaje a Banlgadesh, el Santo Padre se encontró con un grupo de refugiados Rohingya, a los que pidió perdón por la indiferencia del mundo ante el drama de su situación.

El Santo Padre había mostrado en numerosas ocasiones su solidaridad con los musulmanes del Estado de Rakhine, los llamados rohingya, expulsados de sus hogares y perseguidos por las autoridades militares birmanas desde el pasado mes de agosto.

Las Naciones Unidas calculan que cerca de 582 mil de estas personas se han refugiado en Bangladesh para huir de la limpieza étnica que sufren en Myanmar, su país de origen.

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