En la multitudinaria Misa por el Progreso de los Pueblos celebrada en Temuco, sur de Chile, el Papa Francisco exhortó a ser "artesanos de unidad" para que no gane el "enfrentamiento, ni la división" sobre todo en esas tierras donde se ha acentuado la violencia.

Unos 150 mil fieles, según cifras oficiales, llegaron de madrugada hasta el lugar para participar de la Eucaristía que comenzó alrededor de las 10:30 a.m.

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En su homilía, el Santo Padre se dirigió a los pueblos originarios del país sureño como los rapanui, aymaras, quechuas, atacameños y especialmente los mapuches, que viven en la zona de la Araucanía.

En la zona se concentra el llamado "conflicto mapuche" entre este pueblo y el Estado de Chile, a quien reclama principalmente la autonomía jurisdiccional, la recuperación de tierras ancestrales, la libertad económico-productiva y el reconocimiento de una identidad cultural.

Este panorama ha provocado un gran número de atentados por parte de grupos minoritarios, que buscan una salida al conflicto a través de la violencia, y varios templos católicos han sido atacados en más de una ocasión.

"(Jesús) No permitas que nos gane el enfrentamiento ni la división. Esta unidad clamada por Jesús es un don que hay que pedir con insistencia por el bien de nuestra tierra y de sus hijos", dijo el Santo Padre.

"Es necesario estar atentos a posibles tentaciones que pueden aparecer y contaminar desde la raíz este don que Dios nos quiere regalar y con el que nos invita a ser auténticos protagonistas de la historia".

"No es un arte de escritorio la unidad ni tan solo de documentos, es un arte de la escucha y del reconocimiento", agregó.

"La unidad pedida y ofrecida por Jesús reconoce lo que cada pueblo, cada cultura está invitada a aportar en esta bendita tierra. La unidad es una diversidad reconciliada porque no tolera que en su nombre se legitimen las injusticias personales o comunitarias".

El Papa Francisco recordó que la unidad se construye desde el "reconocimiento y la solidaridad" evitando elaborar acuerdos que no se concretan y mediante el constante diálogo.

Asimismo, el Santo Padre enfatizó que "no se puede pedir reconocimiento aniquilando al otro, porque esto lo único que despierta es mayor violencia y división. La violencia llama a la violencia, la destrucción aumenta la fractura y separación".

La Eucaristía comenzó con una rogativa mapuche, es decir, una plegaria por las intenciones de este pueblo y que ya es costumbre en las celebraciones de la Diócesis de Temuco.

Otro de los momentos destacados fue el momento de silencio al que invitó el Papa Francisco por aquellas personas que sufrieron y murieron en esas tierras, producto de las graves violaciones a los derechos humanos cometidos durante la dictadura militar entre los años 1973 y 1990.
 




El Obispo de Temuco, Mons. Héctor Vargas, agradeció la visita del Pontífice a la diócesis una "sencilla Iglesia de periferia", que vive un "preocupante porcentaje de desempleo, de persistencia de la pobreza e inequidad, de desintegración familiar, y de serias tensiones políticas, sociales y étnicas. Esto último dice relación con la situación actual del Pueblo Mapuche y la deuda histórica que el Estado mantiene con él".

"Animados por la fe, nos asiste la convicción que solo mediante el diálogo y la irrenunciable búsqueda de acuerdos, es posible iniciar un camino sin retorno hacia la paz por la justicia, tanto para este noble pueblo, como para el resto de la sociedad local en sus legítimas demandas y anhelos", concluyó el Prelado.

Al finalizar la Misa y como es de costumbre, el Papa Francisco obsequió un cáliz a la Diócesis de Temuco.

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