Cerca de la medianoche del 31 de diciembre de 2017 el P. Gregorio Hidalgo acudió a un hospital para dar la comunión a un paciente estable, pero un "error" lo llevó a abrirle las puertas del cielo a una mujer moribunda.
"Anoche fui al hospital a las 11:32 p.m. para una emergencia. Por error, voy a la habitación equivocada. La paciente está muriendo. Confesión, unción, comunión y luego fallece 2 horas después. El mejor error que he cometido. GRACIAS A DIOS POR USAR MIS ERRORES", dijo el sacerdote más conocido como Padre Goyo en su Twitter el 1 de enero.
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El P. Goyo, de 44 años, es vicario de la Parroquia Santa Rosa de Lima en Simi Valley, en Los Ángeles, Estados Unidos. Nació en La Villa de Don Fadrique, un municipio español perteneciente a la provincia de Toledo, España, y fue ordenado el 4 de junio de 2016.
La Arquidiócesis de Los Ángeles le asignó el Hospital de Simi Valley, para atender espiritualmente a los pacientes.
"Ese día la persona que estaba encargada en la oficina me dijo que había una persona que quería recibir la comunión. No era una emergencia pero esa mujer quería recibir la comunión porque era el último día del año. En la oficina el que escribió el nombre de la persona, escribió mal la habitación. Escribió habitación 252, pero en realidad era 272", contó el presbítero.
Al llegar a la habitación, el P. Goyo vio a una mujer sobre la camilla y pensó que era a quien iba a visitar.
"Una persona allí, que pudo ser un familiar, me dijo que estaba muy mal y que se estaba muriendo. Me acerqué a la persona, le pregunté si quería confesarse y me dijo que sí", sostuvo.
Tras confesarla, el P. Goyo le impartió la unción de los enfermos, así como la Eucaristía en una pequeña porción, debido a que no podía comer.
"En mi mente pensé que era la persona por la que me habían llamado. Para mí, fue un momento muy normal, muy de Dios, muy lleno de alegría, porque pensaba que era muy bonito llevar a Dios al final del año", dijo el presbítero.
Al salir de la habitación, el P. Goyo le preguntó a un enfermero el apellido de la persona que había visitado. Al decirle el nombre, el sacerdote se dio cuenta que se había equivocado de habitación.
"Me pareció más bonito todavía. Que Dios haya usado un error mío, que ni si quiera sabía que lo había sido hasta después, para hacer algo tan maravilloso. Fue increíble porque no fue espectacular. Siempre pensamos que lo normal es algo extraordinario, porque este suceso se da todos los días en todos los hospitales del mundo", aseveró el presbítero.
Por otro lado, afirmó que "la gente está muy deseosa de esa parte de Dios", es decir "que Él siempre nos cuida, que está deseando usar nuestras vidas para llevarlo a otras personas".
"Ha sido una buena manera de empezar el año recordando que Dios está con nosotros no solamente en el Belén que tenemos en la Iglesia, sino también en las cosas cotidianas", añadió.
Finalmente, indicó haber notado a aquella mujer agonizante con "mucha paz y tranquilidad" en el rostro.
"Yo le pido a la gente que nos dejemos usar por Dios. Que la felicidad se encuentra en las cosas cotidianas de cada día. Que nunca sabemos lo que nos puede ocurrir, por eso tenemos que estar siempre atentos a santificar todos nuestros días", concluyó.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 31 de diciembre de 2017