La Navidad tiene un desafío, afirmó el Arzobispo de Piura y Tumbes (Perú), Mons. José Antonio Anselmi durante la Misa de Noche Buena celebrada ayer en la catedral.
"¿Cuál es el desafío de Navidad? El gran desafío de Navidad es no ser indiferentes a los gemidos del Niño de Belén y a sus brazos extendidos hacia nosotros. El gran desafío de Navidad es acoger por la fe al Niño Dios que nace", afirmó el Prelado a los fieles reunidos en la Catedral de Piura.
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"¿Me dejo alcanzar por Jesús? ¿Me dejo estrechar y abrazar por Él? O le impido que se acerque a mí. Hermanos, en esta Nochebuena dejémonos encontrar por el Divino Niño de Belén, dejemos que su amor nos acaricie y nos cure. El pesebre nos recuerda que Dios por su gran misericordia ha descendido a la tierra para quedarse con nosotros", señaló.
En ese sentido, aseguró que "la gran sorpresa es que al acogerlo descubrimos que también nosotros somos dependientes, y lo somos más que un niño recién nacido. Al acogerlo descubrimos que necesitamos a Jesús, mucho más de lo que Él quiere necesitar de nosotros, y que el amparo que nosotros podemos darle no se compara al que Él nos da".
"Al acogerlo descubrimos que Él es la respuesta a las ansias más profundas de nuestro ser; que sólo este Niño de Belén puede calmar y saciar la nostalgia de Dios y la sed de comunión que tiene nuestro corazón. Al recibirlo descubrimos que si queremos ser realmente felices, la vida no se puede construir más que con Él, en Él y por Él".
"El poder que tiene el Niño indefenso de Belén –aseguró–, es el poder de destruir nuestra soberbia, nuestro orgullo y nuestra autosuficiencia. En una palabra el Niño Dios tiene el poder de liberarnos de nuestro pecado que es ruptura y muerte, y devolvernos la inocencia, la sencillez, la humildad y el amor, para así tener vida verdadera y dar vida a los demás".
El Arzobispo indicó que "el pesebre nos dice además que Dios nunca se impone por la fuerza. Aquel que ha venido con gran humildad, mansedumbre y sencillez, toca pacientemente la puerta de nuestro corazón buscando que nosotros libremente le abramos y le acojamos".
"El Niño Dios respeta nuestra libertad y nos invita a que desde ella le respondamos con el homenaje de nuestra fe y adoración (…). Nuestra actitud será ¿la de la soberbia y la arrogancia que nos llevan a rechazar el amor de Dios manifestado en Cristo Jesús lo cual nos sumerge en la confusión y en sombras de muerte? O más bien la de la humildad que nos conduce a ponernos de rodillas delante del Niño para adorarle, conscientes que necesitamos de su amor reconciliador", preguntó.
"Hermanos: Dios ha hecho el camino más largo. Él ha bajado del Cielo y ahora nos dice: 'Vengan a ver cuánto los amo. Vengan a ver que yo estoy aquí'".
Mons. Eguren señaló que en Navidad "hay salvación para todos, porque el amor del Señor no excluye a nadie, más bien busca a todos, especialmente a los más pobres y a los hoy descartados por la sociedad".
"Que nadie por tanto se sienta excluido del amor de Jesús. El Cielo ha bajado a la tierra para librarnos de las tinieblas y darnos la luz: 'El pueblo que caminaba en las tinieblas ha visto una gran luz; sobre los que habitaban en el país de la oscuridad ha brillado una luz'".
"En Jesús recién nacido ha aparecido la misericordia, la ternura del Padre. Jesús es el Amor hecho carne, el Salvador esperado, Aquel que da sentido a la vida y a la historia, es el Emmanuel, el Dios-con-nosotros", afirmó.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 24 de diciembre de 2017