Hace 7 años, durante su visita apostólica a España, Benedicto XVI presidió la Misa de dedicación de la iglesia y el altar de la Sagrada Familia de Barcelona y la elevación del templo a Basílica Menor.
A la Eucaristía presidida por el actual Papa Emérito asistieron los entonces reyes de España Juan Carlos y Sofía. Además estuvo presente el hoy Arzobispo Emérito de Barcelona, Cardenal Lluis Martínez Sistach, y otros miembros del clero local.
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En su homilía, Benedicto XVI destacó la monumental obra del catalán Antonio Gaudí, "arquitecto genial y cristiano consecuente".
"Me ha conmovido especialmente la seguridad con la que Gaudí, ante las innumerables dificultades que tuvo que afrontar, exclamaba lleno de confianza en la divina Providencia: 'San José acabará el templo'. Por eso ahora, no deja de ser significativo que sea dedicado por un Papa cuyo nombre de pila es José", expresó.
El Papa alemán dijo que "la dedicación de este templo de la Sagrada Familia, en una época en la que el hombre pretende edificar su vida de espaldas a Dios, como si ya no tuviera nada que decirle, resulta un hecho de gran significado".
"Gaudí, con su obra, nos muestra que Dios es la verdadera medida del hombre. Que el secreto de la auténtica originalidad está, como decía él, en volver al origen que es Dios. Él mismo, abriendo así su espíritu a Dios ha sido capaz de crear en esta ciudad un espacio de belleza, de fe y de esperanza, que lleva al hombre al encuentro con quien es la Verdad y la Belleza misma".
"Así expresaba el arquitecto sus sentimientos: 'Un templo [es] la única cosa digna de representar el sentir de un pueblo, ya que la religión es la cosa más elevada en el hombre'", destacó.
Benedicto XVI recordó que "la iniciativa de este templo se debe a la Asociación de amigos de San José, quienes quisieron dedicarlo a la Sagrada Familia de Nazaret", pues "desde siempre, el hogar formado por Jesús, María y José ha sido considerado como escuela de amor, oración y trabajo".
"Los patrocinadores de este templo querían mostrar al mundo el amor, el trabajo y el servicio vividos ante Dios, tal como los vivió la Sagrada Familia de Nazaret", afirmó.
El Pontífice, que expresó su admiración por la belleza artística del templo, pidió a Dios "que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquel que Dios ha enviado".
"Queridos hermanos, al dedicar este espléndido templo, suplico igualmente al Señor de nuestras vidas que de este altar, que ahora va a ser ungido con óleo santo y sobre el que se consumará el sacrificio de amor de Cristo, brote un río constante de gracia y caridad sobre esta ciudad de Barcelona y sus gentes, y sobre el mundo entero. Que estas aguas fecundas llenen de fe y vitalidad apostólica a esta Iglesia archidiocesana, a sus pastores y fieles", alentó.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 5 de noviembre de 2017