Como en otras ocasiones, el Papa Francisco almorzó con algunos refugiados, pobres y encarcelados, esta vez en Bologna, en la Basílica de San Petronio, y justo antes del mismo ofreció algunas palabras.

"La Iglesia os quiere en el centro. No prepara un puesto cualquiera o distinto: al centro y juntos. La Iglesia es de todos, particularmente de los pobres. Somos todos los invitados, solo por gracia. Es un misterio de amor gratuito de Dios que nos quiere suyos, aquí, no por mérito sino por su amor".

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"Jesús no descarta a ninguno, no desprecia. Él tiene sed y nos pide darle de beber porque camina con nosotros y sufre con nosotros", añadió.

A su vez, el Papa los invitó a ser generosos con los demás puesto que "nuestra vida es siempre preciosa y todos tenemos alguna cosa que dar a los otros".

"Al final os será entregado el alimento más precioso, el Evangelio, la Palabra de ese Dios que todos llevamos en el corazón, que para nosotros los cristianos tiene el rostro bueno de Jesús".

"Tomadlo todos –siguió– y llevadlo como signo, sello personal de amistad de Dios que se hace peregrino y sin puesto para prepararlo a todos".

Francisco concluyó pidiendo rezar un Padrenuestro.

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