El Secretario de la Santa Sede para las Relaciones con los Estados, Mons. Paul. R. Gallagher, señaló ante la Asamblea General de la ONU, reunida en Nueva York, que durante el año 2016 la Iglesia Católica proporcionó 200 millones de dólares en ayudas a los afectados por la guerra en Siria, y que las ayudas continuarán a lo largo del próximo año.
Según explicó, esas ayudas se distribuyeron de forma directa por medio de las agencias y entidades católicas de cooperación y caridad. De esta manera, se beneficiaron 4 millones 600 mil personas en Siria y en otros países de Oriente Medio.
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Mons. Gallagher quiso destacar que del reparto de ayuda humanitaria procedente de la Santa Sede no solo se ha beneficiado la población cristiana. De hecho, "en la distribución de ayuda, las agencias y entidades católicas no hace distinción entre la identidad religiosa y étnica de aquellos que reciben su asistencia, y dan prioridad a las personas más vulnerables y más necesitadas de ayuda".
En su intervención, el Secretario para las Relaciones con los Estados subrayó los resultados, pero también afirmó que no se puede bajar la guardia y que hay que mantener las ayudas. "Dada la continua y abrumadora necesidad humanitaria, la Santa Sede continúa uniendo su voz a los llamados a incrementar la financiación de ayuda a refugiados y a los países que los acogen, en particular Jordania, Líbano, Irak, Turquía y Egipto", aseguró.
También recordó que "desde el comienzo de la crisis, la Santa Sede se mostró en todo momento profundamente preocupada por el tremendo sufrimiento humano que afecta a millones de niños inocentes y a otros civiles que permanecen privados de productos y servicios de primera necesidad".
Sobre la gestión de la crisis desatada por la guerra en Siria, indicó que "en los esfuerzos generales para limitar el enorme sufrimiento ocasionado por el conflicto en la población, los trabajadores humanitarios deben tener un acceso rápido, seguro y sin obstáculos a los lugares donde la gente necesite ayuda".
"La Santa Sede urge a que se respete plenamente el derecho internacional humanitario y, en particular, en aquellos aspectos que se refieren a la protección de la población civil y la infraestructura. Además, la Santa Sede también expresa su preocupación por las condiciones y el trato recibido por los presos y los detenidos".
En este sentido, insistió en que "los derechos de los sirios deben protegerse. El imperio de la Ley, incluido el respeto a la libertad religiosa y a la igualdad ante la ley constituida en el principio de ciudadanía con independencia de raza, origen étnico o religión, es fundamental para la obtención y el mantenimiento de la paz y de la coexistencia exitosa entre individuos y comunidades de Siria y alrededores".
"La solución política al conflicto interno sirio, creíble y acordada por consenso con el apoyo constructivo de la comunidad internacional, es fundamental para lograr una paz duradera en Siria y una convivencia armoniosa entre todos sus grupos étnicos y comunidades religiosas".
Por último, Mons. Gallagher transmitió "el agradecimiento del Papa Francisco a todos aquellos que trabajan incansablemente para encontrar una solución política en el conflicto en Siria, y para asistir de todas las formas posibles a las víctimas de esta guerra sinsentido".
Protección a las minorías religiosas
Posteriormente, Mons. Gallagher pronunció otro discurso en el que abogó por incrementar los esfuerzos en "la protección de las minorías religiosas, una de las responsabilidades más urgentes de la comunidad internacional".
"Cuando miramos hacia la situación mundial, podemos ver que la persecución contra las minorías religiosas no es un fenómeno aislado en una región, como puede ser el caso de las barbaridades cometidas por el Estado Islámico en Oriente Medio".
En su intervención citó el Informe Anual 2016 de la Comisión Internacional de Libertad Religiosa de Estados Unidos, donde se indica que hay una seria y continuada violación de la libertad religiosa en 27 países del mundo. Citó también el Informe Mundial sobre Libertad Religiosa 2016 de Ayuda a la Iglesia Necesitada, donde se indica que en 38 países hay evidencias significativas de ataques contra la libertad religiosa.
A continuación señaló algunas claves para garantizar la protección de las minorías religiosas:
Reconstruir las sociedades a partir de la coexistencia pacífica; promover la igualdad de todos los ciudadanos ante la ley con independencia de la religión o identidad étnica; o garantizar que la libertad religiosa abarque también el derecho a cambiar libremente de religión sin sufrir presiones, amenazas o discriminaciones.
También propuso la creación de ámbitos de colaboración entre religiones y Estados, garantizando la autonomía de una frente a la otra; la condena por parte de los líderes religiosos del empleo de la religión como justificación del terrorismo y la violencia contra los creyentes de otras religiones; el establecimiento de mecanismos de diálogo interreligioso como antídoto contra el fundamentalismo; un pacto educativo que garantice una sólida educación religiosa como llave para prevenir la radicalización; y el bloque del dinero destinado a las armas.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 21 de septiembre de 2017