En su visita a Cartagena, Colombia, el Papa Francisco visitó la Casa Santuario de San Pedro Claver, el misionero y sacerdote jesuita que entregó su vida para aliviar el sufrimiento de los esclavos.

El que se llamaba a sí mismo como el "esclavo de los negros para siempre" llegó desde España a Colombia en la primera mitad del siglo XVII, para vivir su misión entre esclavos afroamericanos, para defenderlos de los abusos y de la explotación.

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Transcurrió los últimos años de su vida en esta casa que visitó hoy el Santo Padre y que constituye un lugar de peregrinación para miles de fieles y una de las joyas arquitectónicas de la ciudad.

 

 

En el encuentro estuvieron presentes cerca de 300 exponentes de la comunidad afrocolombiana, obispos y jesuitas.

"Pedro Claver sabía que el lenguaje de la caridad y de la misericordia era comprendido por todos", dijo el Papa en el Ángelus a la entrada del templo.

"San Pedro Claver ha testimoniado en modo formidable la responsabilidad y el interés que cada uno de nosotros debe tener por sus hermanos", señaló.

 

 

El Papa entró a la iglesia y depositó unas flores ante la urna que contenía los restos de San Pedro Claver. Allí oró en silencio por un momento y luego les dio la bendición a los presentes.

A continuación, se dirigió al patio interno del templo donde sostuvo un encuentro privado con 65 integrantes de la Compañía de Jesús.

Como recuerdo de su visita, el Santo Padre obsequió al santuario una cruz de hierro cubierta por un cristal, obra de los artistas Silvio Vigliaturo y Max Marra.

Busca exaltar a través de la sencillez del vidrio y la fuerza de la obra todas las características de transparencia y humildad propias no sólo de San Pedro Claver, que abrazó la pobreza e hizo de la caridad su emblema, pero que también distinguen a este papado.

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