"San Cayetano, amigo de los trabajadores, danos paz, justicia e igualdad", fue el lema que el 7 de agosto reunió a miles de fieles en el santuario de San Cayetano del barrio de Liniers, en Buenos Aires, Argentina, para celebrar la fiesta del santo patrono del pan y del trabajo.

Muchos esperaron semanas en carpas o a la intemperie en los alrededores del templo hasta la medianoche del 7 de agosto, cuando el Obispo Auxiliar de Buenos Aires, Mons. Juan Carlos Ares, abrió las puertas del santuario y los fieles pudieron entrar para rezar, agradecer y pedir que no les falte comida ni trabajo.

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Durante la fiesta más de mil voluntarios sirvieron a los peregrinos con pan, caldo y mate.

Al presidir la Santa Misa en honor a San Cayetano, el Arzobispo de Buenos Aires y Primado de Argentina, Cardenal Mario Aurelio Poli, destacó la generosidad "sin límite" de los argentinos y valoró la riqueza espiritual del pueblo.

"La verdadera riqueza de nuestro pueblo es la espiritual, la que nos hace solidarios con los demás, la que nos mantiene de pie ante las pruebas y postergaciones, con una fe y una esperanza que no se quiebran ante las injusticia y las humillaciones", subrayó.

El Cardenal Poli exhortó a los fieles a cuidar este tesoro espiritual "porque de eso depende nuestra esperanza, nuestro deseo de seguir adelante a pesar de todo, a pesar de todo".

Asimismo, aseguró que "aunque se cierran las puertas del corazón de los hombres que debieran dar empleo digno, el santo del pan y del trabajo nos abre las puertas del santuario y nos muestra que la providencia de Dios siempre nos gana en generosidad".

"Peregrinos que pasan delante del santito, después de horas de espera y de cola, ya esa es una ofrenda grande a los ojos de Dios, porque hay una entrega de tiempo, cansancio, fe y oración", explicó el Arzobispo de Buenos Aires.

"Algunos hacen ofrendas de víveres y dinero. La generosidad de nuestro pueblo no tiene límites, todos vienen a renovar la esperanza y la confianza en el santo de la Providencia, como lo llamaba la beata Mama Antula, a quien le debemos esta devoción los argentinos", recordó.

Afirmó que "los pobres y los humildes saben de estas cosas y por eso están aquí haciendo el sacrificio de horas y de colas para encontrarse con el que sabe escuchar de veras. Vaya si sabe escuchar San Cayetano".

Al finalizar la Misa, el Cardenal Poli bendijo a los peregrinos presentes en el santuario como lo hacía su antecesor en Buenos Aires, el Papa Francisco.

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