Cerca de 860 niños de la ciudad de Alepo, que en los últimos cinco años fue una de las más castigadas por la guerra civil en Siria, participaron en unos talleres de verano ofrecidos por la Iglesia para ayudarlos a curar las heridas emocionales causadas por el conflicto, y a "dar color a su vida con Jesús".
Estos talleres se realizaron durante los meses de junio y julio en la Iglesia latina de San Francisco en Alepo, administrada por los franciscanos, y estuvieron abiertos a los niños de todas las confesiones religiosas.
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En información enviada a ACI Prensa, la parroquia indicó que bajo el lema "Daré color a mi vida con Jesús", unos 60 voluntarios impartieron talleres de teatro, dibujo, música, manualidades, cine, natación, danza, básquet y religión.
Cada semana estas actividades "se centraban en un aspecto particular para alcanzar nuestro objetivo, que era fortalecer la relación con Jesús".
La parroquia indicó que debido a la crisis económica causada por la guerra, las familias no podían enviar sándwiches a sus hijos. Por ello, "la Iglesia se encargó de que todos los niños reciban un pedazo de bizcocho con un jugo de fruta en el descanso, entre las actividades todos los días. Este gesto fue muy apreciado".
Como parte de la clausura de las actividades, el 26 de julio los niños exhibieron las obras de arte que realizaron. La parroquia señaló a ACI Prensa que una niña de 10 años presentó un dibujo "particularmente conmovedor".
Ella "decidió dibujar el retrato de uno de sus vecinos, un mártir, un joven soldado que hace 40 días había dado su vida para defender a su madre patria. Ella obsequió este retrato a la madre del héroe como un signo de compasión, cercanía, respeto y homenaje".
El 28 de julio los niños presentaron bailes y canciones ante unas 3.200 personas, entre ellas se encontraba el Vicario Apostólico de Alepo para los católicos de rito latino, Mons. Georges Abou Khazen.
En el escenario se colocó un mosaico que representaba a Jesús con los brazos abiertos, elaborado con los dibujos y trabajos manuales que hicieron los niños en los últimos dos meses.
"Los brazos abiertos de Jesús expresan su deseo de abrazar a todas esas familias, adultos y niños cuyas heridas aún no han sanado, cuyas lágrimas aún no se han secado. Los rayos de colores que salen de sus manos muestran que sólo Jesús tiene el poder de dar el color a nuestra vida", manifestó la parroquia.
Por otro lado, la parroquia compartió a ACI Prensa un dramático testimonio de dos niños que participaron en estos talleres de verano.
A fines del 2015 una familia huyó de la ciudad de Raqqa, el bastión del Estado Islámico (ISIS) en Siria, hacia Alepo con sus dos hijos de nueve y ocho años.
"En Raqqa fueron testigos de toda clase de atrocidades. Incluso vieron cómo varias cabezas fueron incrustadas en una pica y exhibidas en una plaza. Ellos vivieron rodeados de constante violencia y desesperación. Su padre fue hecho prisionero por el ISIS varias veces", narró la parroquia.
Cuando esta familia llegó a Alepo encontraron "una ciudad en llamas, una furiosa guerra, misiles que caían como gotas de lluvia".
Estos talleres de verano "fueron para esos niños una experiencia inolvidable, algo completamente nuevo para sus vidas".
Su madre afirmó que esta vivencia influyó positivamente en los niños porque "a veces su comportamiento no era el mejor" y el padre destacó que "la actitud de sus hijos ha cambiado para bien".
La parroquia también narró el testimonio de otra familia. "Por primera vez después de la guerra no estamos preocupados por nuestros hijos y queremos agradecer al Señor que los protegió", expresaron sus miembros.
"Recordamos todas las noches en las que los misiles caían y que tras pasar un noche sin dormir solíamos venir a esta iglesia cada domingo a las 11 a.m. para escuchar Misa. Mi hijo estaba acolitando el domingo unas horas antes de que cayera un misil en esa iglesia. El Señor nos protegió", manifestaron.
La ciudad de Alepo fue ocupada por los grupos de rebeldes y yihadistas –como el Frente Islámico, el Frente Al Nusra y el Ejército Libre Sirio- en el año 2012 y estos fueron expulsados por el ejército sirio en diciembre de 2016.
En declaraciones a ACI Prensa, el P. Ibrahim Alsabagh, párroco de la iglesia latina de San Francisco en Alepo, indicó que a pesar de la liberación de la ciudad, "las condiciones de vida no han mejorado".
En Alepo hay electricidad por pocas horas, lo cual dificulta el trabajo, no hay mano de obra porque muchos jóvenes han huido, los precios de los productos son muy altos y aunque los dos padres de familia trabajen, el dinero no alcanza.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 11 de julio de 2017