El odio a la Iglesia Católica se extiende por las universidades españolas con un nuevo ataque contra la capilla de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

Mensajes como "La iglesia que ilumina es la que arde" –muy frecuente durante la persecución contra los cristianos en la II República Española y la Guerra Civil–, "Misas fuera", "No más crucifijos" o "Iglesia fuera de la universidad" aparecieron pintados el sábado pasado en los muros de la Universidad Rey Juan Carlos de Madrid.

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La noticia de este nuevo ataque trascendió después de que un grupo de alumnos de la universidad, indignados por las pintadas, protestaran ante la decana de la Facultad de Ciencias Sociales y Jurídicas, quien se comprometió a eliminarlas.

 

 

El acto vandálico se produce tan solo unos días después de que un grupo de desconocidos intentara destruir la capilla de otra universidad madrileña, la Universidad Autónoma de Madrid, arrojando un artefacto incendiario por una ventana del templo.

Desde hace unos años, la ciudad de Madrid, aunque también otros lugares de España, está registrando diversos ataques contra lugares de culto católicos.

En enero de 2017, una parroquia del barrio madrileño de Vallecas fue asaltada y el crucifijo que presidía el presbiterio profanado.

En octubre 2013, un grupo anarquista de origen chileno detonó una bomba en el interior de la Basílica del Pilar en Zaragoza. Ese mismo grupo, hizo explotar otra bomba dentro de la Catedral de la Almudena de Madrid en febrero de 2013.

En 2011, un grupo de mujeres, encabezadas por la actual portavoz del Ayuntamiento de Madrid Rita Maestre, asaltó la capilla de la Universidad Complutense de Madrid y se desnudaron delante del altar.

Esta ola de cristianofobia que afecta a España desde hace años, sin que exista una concienciación social y política para ponerle fin, tuvo uno de sus episodios más llamativos durante la Jornada Mundial de la Juventud de 2011 en Madrid.

En aquella ocasión, muchos jóvenes peregrinos tuvieron que ser protegidos y escoltados por fuerzas policiales para evitar que manifestantes de extrema izquierda pertenecientes al llamado Movimiento 15-M les agredieran en las inmediaciones de la céntrica Puerta del Sol.

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