El escritor católico José Luis Olaizola ha publicado su último libro que narra la vida de Melchor Rodríguez, una importante figura conocida por su anarquismo que durante la Guerra Civil española arriesgó su vida para salvar la de miles de personas sin importar su ideología, incluyendo católicos, creando para ello su propia cárcel donde permitió la celebración de Misas.
Melchor Rodríguez fue un anarquista español al que se le conoce como "el ángel rojo" o "el Schindler español", haciendo referencia a Oskar Schindler quien salvó a miles de judíos durante la II Guerra Mundial. Rodríguez salvó la vida de miles de personas, opositores políticos de la República, durante la Guerra Civil española (1936-1939).
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José Luis Olaizola, ganador de un Premio Planeta, ha publicado su última novela titulada "El anarquista indómito. La leyenda sobre el ángel rojo" sobre este personaje porque, según asegura a ACI Prensa, "con más gente como él la Guerra Civil hubiera sido muy distinta, fue un hombre admirable".
Según cuenta el escritor sobre Melchor Rodríguez, "su figura siempre llamó la atención porque yo fui un niño de la guerra. Vivía en el Madrid republicano, cerca de la cárcel de Porlier y alguna vez me encontré asesinados muy cerca de mi casa. Todo eso me parecía un horror y Melchor luchó contra todo eso que me aterrorizaba, esas grandes injusticias, a pesar de no tener un ideario cristiano".
El autor del libro explica que Rodríguez "era anarquista y fundó la FAI, la Federación Anarquista Internacional. Cuando estalló el alzamiento nacional y se produjo una revolución (que dio comienzo a la Guerra Civil) él no lo recibió mal porque creía que podría ser una revolución social. Pero pronto se da cuenta de que comenzaron a producirse numerosos asesinatos de manera incontrolada y él lo rechazó".
Por su gran prestigio, Melchor Rodríguez fue nombrado Director General de Prisiones y se opuso, aun a riesgo de perder su vida, a los asesinatos de los presos políticos.
"Era un anarquista de raíz con corazón cristiano, decía que no creía en Dios pero sí en el Ángel de la Guarda porque su padre, que había sido militar, le había contado que había sobrevivido en muchas ocasiones por la ayuda de su Ángel de la Guarda. Melchor le pedía ayuda de vez en cuando y le decía 'Ángel, no te olvides de mí'. Por eso era un anarquista con corazón cristiano".
Olaizola indica que durante la guerra "se habían comenzado a crear 'chekas' que de manera arbitraria y sin implicación de la justicia habían comenzado a fusilar a cualquiera que no fuera de ideología de izquierda extrema".
Una "cheka", según explica el escritor, "es una expresión importada de la Unión Soviética que significa algo así como cárcel y que trajeron los comunistas que vinieron a España. Allí se encerraba a quienes no estaban de acuerdo con la ideología comunista, se les quitaba todo lo que poseían y posteriormente en la gran mayoría de los casos se les fusilaba".
A esos "centros de retención" iban todas las personas consideradas contrarrevolucionarias, católicas, afines al alzamiento o de derechas.
Ante esto, Melchor Rodríguez decidió crear su propia "cheka" en el Palacio de Viana en Madrid (España) para evitar que se produjeran juicios sumarios. La llamó "Museo del Pueblo" para esconder que en realidad se trataba de un refugio para salvar a quien lo necesitara sin importar su ideología.
Según explica Olaizola, Melchor Rodríguez pudo salvar a miles de personas, "más de 3 mil, sin duda", gracias al gran prestigio que tenía en Madrid por haber sido un acérrimo luchador contra el capitalismo. "Las autoridades republicanas sabían que había algo raro en la 'chek'" de Melchor en el Palacio de Viana, pero no se atrevían a decir nada porque tenía una excelente reputación", apunta.
"Sin duda su 'cheka' fue un refugio porque nadie que entraba allí salía para ser fusilado. Después Melchor los intentaba recolocar en embajadas u otros lugares".
Incluso Dolores Ibarruri, conocida como "La Pasionaria", una de las personas más importantes del Partido Comunista Español pidió ayuda a Melchor Rodríguez para que refugiara a seis religiosas que eran amigas suyas.
"La Pasionaria era comunista, pero se había educado en un colegio religioso de Bilbao (España) e incluso se casó por la Iglesia. Ella ofreció a Melchor proporcionar alimentos frescos a diario a cambio de que refugiara a sus amigas monjas"; cuenta el escritor quien precisa que incluso "salvó de la muerte a Raimundo Fernández Cuesta, fundador de la Falange".
En esta particular cárcel se celebraba Misa todos los días porque, según cuenta Olaizola, "había un sacerdote que cada día a las 10 de la mañana celebraba la Eucaristía y gran parte de los refugiados participaban en ella. Incluso se llegó a celebrar una boda".
"Su vida es un ejemplo porque consiguió salvar a gente con la ideología más diversa, incluso contraria a la suya. Pero eso no le importaba, lo único que quería es que tuvieran un juicio justo porque de otra manera les hubieran fusilado sin más", insiste el autor.
Cuando terminó la guerra y las tropas falangistas de Franco entraron en Madrid, le recomendaron huir porque era anarquista y era muy probable que lo condenaran a muerte. Sin embargo, no lo hizo porque sabía que si dejaba su cargo como Director General de Prisiones habría muchas muertes injustas por represalias.
Finalmente fue condenado a 20 años de cárcel, aunque poco tiempo después le fue conmutada la pena por el testimonio de cientos de personas que habían sido salvadas por él.
"Cuando muere, Melchor Rodríguez tuvo un entierro multitudinario al que acudieron sus
compañeros anarquistas y todas las personas a las que le había salvado la vida. Poco antes de morir, compró un nicho en el cementerio de San Justo. Esto sorprendió mucho a los anarquistas pero el capellán insistió en que ése había sido su deseo explícito y que ahí le enterrarían. Fue enterrado con la bandera anarquista, pero en el sepelio se rezó el Padrenuestro", cuenta Olaizola a ACI Prensa.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 28 de septiembre de 2013