Un Cardenal latinoamericano respondió a la pregunta sobre cuántas horas trabaja un Purpurado de la Iglesia Católica, y narró brevemente cómo discurre un día cualquiera en su vida, en el marco de la celebración del Día del Trabajo y San José Obrero este 1 de mayo.
En el año 2017, el periodista Miguel Humberto Aguirre preguntó al entonces Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, lo siguiente: "¿Cuántas horas trabaja un Cardenal?", a lo que el Purpurado respondió: "Yo creo que todas".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
En el programa radial sabatino en RPP del 29 de abril, el Cardenal Cipriani explicó que se levanta "temprano para poder rezar porque hay un momento de oración, del oficio divino en el que no puede haber llamadas ni interrupciones. Entonces uno procura hacerlo a la primera hora de la mañana. Muy temprano entro a la capilla y muchas veces celebro la Misa" en ese momento.
Luego, continuó el Arzobispo de Lima, "viene el trabajo mismo y parte del trabajo es estar informado de lo que pasa en el país y en el mundo, es decir, leer las noticias del Papa, las cosas del Perú", entre otras.
Después viene "el despacho como cualquier persona: gente que quiere que le bendiga su casa, gente que se va a casar, gente que tiene una dificultad, los ratos de entrevistas con sacerdotes que quieren hablar, voy a un hospital a bendecir una instalación, hablo con una persona que tiene un problema en su hogar", y así sucesivamente.
El Cardenal Cipriani dijo también que una parte importante del trabajo cotidiano es la dedicada a "rezar el Rosario y leer un poco de teología para estar al día".
"Hay que ir también a atender los deberes sociales. A veces te invita una familia a algún aniversario". Al final, reflexionó, "te pasas el día entero sirviendo. Mi tiempo es para los demás, no tengo tiempo mío".
"De alguna manera –prosiguió– así es con todo en el mundo. En el caso del que está casado, su tiempo es de su esposa, sus hijos y sus nietos, no se encierra en su tiempo. Todo este trabajo es lo que celebramos el 1 de mayo".
El Cardenal Cipriani comentó también que su día suele comenzar a las 5:00 a.m. y culmina habitualmente entre las 10 y 11 de la noche.
Al final del día, contó, "para relajarme un poco veo el básquet de la NBA", la liga profesional de Estados Unidos a la que es aficionado ya que él fue parte de la selección nacional del Perú en la década de 1960.
Dos elementos para santificar el trabajo
El Arzobispo resaltó luego que en materia laboral, "la agenda de la Iglesia Católica es la santificación del trabajo y tenemos a San José como su patrono".
El Cardenal explicó la necesidad de que la persona descubra a Dios en su trabajo cotidiano y propuso dos elementos para santificarlo:
1.- Hacerlo bien
"Un primer elemento es 'lo que tengas que hacer, hazlo bien'. Ahora que estamos en este momento de trabajo en la radio, hagámoslo bien. Que la gente nos escuche y diga 'Me ha ayudado, ha estado bien hecho, nos ha dado una luz, nos ha entusiasmado'".
Del mismo modo, prosiguió, "el que juega fútbol, que juegue bien, trate de meter goles, trate de ganar. El que está en el Congreso, procure hacer leyes correctas, estudie los temas, asista a tus reuniones: Haz bien tu trabajo".
"Pasamos mucho tiempo orientados al trabajo, ya sea en la oficina o en la casa. Desde que desayunamos y nos preparamos, y luego cuando volvemos a la casa a atender a los chicos. Tenemos que encontrar a Dios allí", resaltó.
2.- Vivir las virtudes
Un segundo elemento es el de las virtudes. "Hay otra parte del trabajo que puede servir para responder a la pregunta 'Y tú que trabajas, ¿cómo vives la honradez, la alegría, la generosidad, la justicia, la paciencia?".
"¿Haces el trabajo por cumplir o por ayudar? ¿Haces el trabajo porque mira el jefe o lo haces sabiendo que tienes que hacerlo bien?", cuestionó.
"Yo me santifico si hago bien el trabajo y si lo hago delante de mi creador y mi Padre Dios", subrayó el Cardenal Cipriani.