El Cardenal Robert Sarah, Prefecto de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos en el Vaticano, afirmó recientemente que la Misa es "el reflejo de la liturgia que se celebra desde la eternidad en la Jerusalén celestial".
"Es el sacrificio vivo de Cristo que murió en la cruz para liberarnos del pecado y de la muerte, con el propósito de revelar el amor y la gloria de Dios Padre", dijo el Purpurado en un discurso para la XVIII Conferencia Litúrgica Internacional de Colonia en Alemania, realizada del 29 de marzo al 1 de abril.
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"Muchos católicos no saben que el propósito final de cada celebración litúrgica es la gloria y adoración a Dios, la salvación y santificación de los hombres, ya que en la liturgia 'Dios es perfectamente glorificado y los hombres son santificados'", añadió.
La conferencia se realizó por el décimo aniversario de la instrucción Summorum Pontificum del Papa Benedicto XVI, que dio amplio margen a los sacerdotes para la celebración de la liturgia según el Misal de 1962, ahora conocido como la "forma extraordinaria".
El Cardenal dijo que a pesar de las controversias y abusos posteriores al Concilio Vaticano II, la liturgia católica es en última instancia una fuente de unidad que forma a los cristianos en el sacrificio y la salvación de la cruz.
Indicó que si los católicos sienten que están sufriendo una "guerra litúrgica" divisiva, entonces deberían verla como "una aberración", porque la liturgia es "el espacio por excelencia donde los católicos deben experimentar la unidad en la verdad, en la fe y en amor".
"Como resultado, es inconcebible celebrar la liturgia teniendo sentimientos de conflicto y rencor fratricidas. En este 'cara a cara' con Dios, que es la liturgia, nuestro corazón debe estar purificado de toda enemistad, y se requiere que cada sea respetado en su propia sensibilidad", explicó.
El Cardenal Sarah subrayó la necesidad de reafirmar que el Concilio Vaticano II nunca pidió una ruptura con el pasado. Más bien, debe promoverse la visión del concilio de la renovación litúrgica.
Después del Concilio, el Beato Pablo VI publicó un nuevo Misal Romano, ahora conocido como la "forma ordinaria", que fue ampliamente traducido del latín a los idiomas locales.
Sobre el tema, el Cardenal Sarah dijo que ambas formas -ordinaria y extraordinaria- de la liturgia deben traer a los fieles "la belleza de la liturgia, su santidad, el silencio, el recuerdo, la dimensión mística y la adoración".
Además, rechazó cualquier esfuerzo para oponer un misal romano al otro y viceversa, así como la oposición a la liturgia de las iglesias católicas orientales.
"Más bien debemos entrar en el gran silencio de la liturgia, permitiéndonos enriquecernos con todas las formas litúrgicas, ya sean latinas u orientales", explicó.
Sin un silencio místico y un espíritu contemplativo, la liturgia seguirá siendo "una ocasión de divisiones odiosas, de enfrentamientos ideológicos y de humillaciones públicas de los débiles por parte de quienes afirman tener autoridad, en vez de ser un lugar de unidad y comunión en el Señor", destacó.
Por otro lado, al igual que Cardenal Joseph Ratzinger en el pasado, el Cardenal Sarah está convencido de que la crisis que se vive en la Iglesia actualmente se debe "en gran medida debida a la demolición de la liturgia".
"El Cardenal Ratzinger repitió incansablemente que la crisis que ha estado sacudiendo a la Iglesia durante los últimos cincuenta años, principalmente desde el Concilio Vaticano II, está vinculada a la crisis de la liturgia y, por tanto, al irrespeto, a la desacralización y a la horizontalidad de los esenciales elementos del culto divino", lamentó.
El Purpurado sostuvo que aquellos que promulgaron cambios negativos en la liturgia olvidaron que no es sólo una oración, sino que es especialmente un misterio "que no podemos comprender por completo, pero que debemos aceptar y recibir en la fe, el amor, la obediencia y el silencio de adoración".
También, considera que los verdaderos adoradores de Dios no reforman la liturgia según sus propias ideas y creatividad para complacer al mundo, sino que "reforman el mundo con el Evangelio".
El Cardenal Sarah ofreció las pautas para la Summorum Pontificum, diciendo que debe aplicarse "con mucho cuidado" y no como "una medida negativa y regresiva, que pretende regresar al pasado. Tampoco debe aplicarse como algo que construye muros y crea un gueto".
Más bien, debe ser "una contribución importante y genuina a la vida litúrgica tanto del presente como del futuro de la Iglesia".
Traducido y adaptado por Diego López Marina. Publicado originalmente en CNA.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 6 de julio de 2016