Mons. Demetrio Fernández, Obispo de Córdoba en España, habla en su carta semanal sobre la importancia de la misión del cristiano en el mundo que es similar a la de la sal.
"Es, por tanto, dar sabor y buen gusto a todo lo bueno que hay en el mundo. Es tarea suya preservar lo bueno sin que se estropee nunca. Jesucristo no ha venido a quitarnos nada bueno, sino a darle sabor, para que pregustemos la vida que no acaba junto a Él para siempre", explica el Prelado.
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"Nada hay más inútil que una sal desvirtuada. ¿Qué hace un cristiano cuando se acomoda al mundo en el que vive? Se mundaniza, pierde su vigor original, no sirve como cristiano".
Por eso Mons. Fernández subraya que "los males que trae consigo la mundanidad para el cristiano, para las instituciones cristianas, para la Iglesia. Dejarse mover por el placer, por el dinero, por el poder, por el prestigio, eso ya lo hace el mundo, y lo hace muy calculadamente para sus intereses. No le importan los que quedan en la cuneta, los descartados, los explotados, los abusados".
"Ese no puede ser el comportamiento de un cristiano" porque "está llamado a ser "sal de la tierra", porque nuestro mundo de hoy necesita sentido, valor, razón para vivir y esperar. Y Jesucristo encomienda a los cristianos esa preciosa tarea".
"Cuando Jesús entra en nuestra vida, se van disipando las tinieblas y vemos de otra manera. Vemos las cosas como son, como Dios las ha hecho. Sin Jesús, vemos a nuestra manera, vemos distorsionada la realidad, se nos cierra el horizonte y nos viene la angustia", explica el Prelado.
En un mundo que "intenta muchas veces plantear la vida sin Dios, sin luz, a oscuras. Y ve todo del revés", los cristianos estamos llamados a ser "luz del mundo, la luz que viene de Dios, la luz que ha brillado en Belén, que ha brillado en la Cruz, que ha brillado en la Resurrección".
"Nuestro mundo sin Jesús camina a oscuras. Es urgente la tarea de alumbrar, para que vean, para que se alegren, para que se abra en sus vidas un horizonte infinito", destaca Mons. Fernández.
Los santos, a lo largo de la historia, han iluminado la vida cotidiana de tantas personas. Como es el caso de Madre Teresa de Calcuta, que según el Obispo de Córdoba, iluminó "toda nuestra época para que entendamos que los pobres han de ser preferidos, y que ese amor es el único que puede transformar el mundo" o San Juan Pablo II que mostró a Cristo "como centro del mundo y de la historia, porque Cristo era el centro de su vida".
Como el ejemplo de tantos matrimonios cristianos, "cuyos esposos se aman, son fieles y están abiertos a la vida, son el mejor ejemplo de cómo Dios quiere hacer felices a los que viven en una familia cristiana hoy".
Ser sal de la tierra y luz del mundo es "una misión que Jesucristo nos confía y con su gracia asumimos el reto de vivir la vida cristiana como testimonio, 'para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a nuestro Padre del cielo'".
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- ACI Prensa (@aciprensa) 1 de noviembre de 2016