El Papa Francisco aprobó los decretos que reconocen el martirio de 21 fieles asesinados durante la Guerra Civil Española, un obispo lituano víctima del odio a la fe en 1962 y un sacerdote estadounidense que murió en Guatemala en 1981.

Los decretos fueron autorizados por el Santo Padre tras la audiencia del 1 de diciembre que sostuvo con el Cardenal Angelo Amato, Prefecto de la Congregación para las Causas de los Santos.

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Los españoles asesinados durante la Guerra Civil ocurrida entre 1936 y 1939 son el Siervo de Dios Vicente Queralt Lloret, sacerdote profeso de la Congregación de la Misión, otros 6 sacerdotes profesos de la misma congregación, 5 sacerdotes diocesanos, 2 religiosas Hijas de la Caridad y 7 laicos de la Asociación Hijos de María de la Medalla Milagrosa.

Uno de los decretos también reconoce el martirio del sacerdote diocesano Stanley Francesco Rother, el primer mártir católico nacido en Estados Unidos. Murió asesinado por odio a la fe el 28 de julio de 1981.

Desarrolló su misión en Guatemala, donde llevó la Palabra de Dios a los indígenas Tzutuhiles, descendientes de los mayas. Aprendió su lengua local y tradujo el Nuevo Testamento y el rito de la Misa.

El Padre Rother murió asesinado por los escuadrones de la muerte de la dictadura militar de Guatemala después de sufrir la muerte de 20 de sus feligreses.

El Papa también autorizó el decreto que reconoce el martirio del Siervo de Dios Teófilo Matulionis, Arzobispo-Obispo de Kaišiadorys (Lituania); nacido el 22 de junio de 1873 y asesinado por odio a la fe el 20 agosto de 1962.

El Pontífice también autorizó la promulgación de los decretos que reconocen:

-El milagro atribuido a la intercesión del Venerable Siervo de Dios Giovanni Schiavo, Sacerdote italiano de la Congregación de San José, nacido el 8 de julio de 1903 y fallecido el 27 de enero de 1967. Con este milagro se podrá proceder a la beatificación del presbítero.

-Las virtudes heroicas de la asturiana Luz Rodríguez-Casanova y Gracia San Miguel, fundadora de la Congregación de las Damas Apostólicas del Sagrado Corazón; nacida el 28 de agosto de 1873 y fallecida el 8 de enero de 1949.

-Las virtudes heroicas del Siervo de Dios José Bau Burguet, sacerdote diocesano de Valencia, Párroco en Masarrochos (España), nacido el 20 de abril de 1867 y fallecido el 22 de noviembre de 1932.

-Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Cardenal Guglielmo Massaja, de la Orden de los Frailes Menores Capuchinos, nacido en Italia el 8 de junio de 1809 y fallecido el 6 de agosto de 1889.

-Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Nunzio Russo, sacerdote diocesano, fundador de la Congregación de las Hijas de la Cruz; nacido en Palermo (Italia) el 30 de octubre de 1841 y fallecido el 22 de noviembre de 1906.

-Las virtudes heroicas del Siervo de Dios Mario Ciceri, sacerdote diocesano italiano; nacido el 8 de setiembre de 1900 y fallecido el 4 de abril de 1945.

-Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Maria Giuseppa Aubert, fundadora del Instituto de las Hijas de Nuestra Señora de la Compasión; nacida en Francia el 19 de junio de 1835 y fallecida el 1° de octubre de 1926.

-Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Caterina Aurelia de la Preciosísima Sangre, fundadora de la Congregación de las Hermanas Adoratrices de la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo de la Unión de Saint-Hyacinthe; nacida en Quebec el 11 de julio de 1833 y fallecida el 6 de julio de 1905.

-Las virtudes heroicas de la Sierva de Dios Leonia Maria Nasta?, monja profesa polaca de la Congregación de las Pequeñas Esclavas de la Bienaventurada Virgen María Inmaculada; nacida el 8 de noviembre de 1903 y fallecida el 10 de enero de 1940.

La aprobación de las virtudes heroicas es tal vez el paso más complejo y largo en el proceso de beatificación de un fiel católico, ya que con el decreto se reconoce que el siervo de Dios ha vivido en grado heroico la fe, la esperanza y la caridad; para lo cual se debe haber investigado previamente y en detalle su vida y escritos.

Con la aprobación de las virtudes heroicas, la causa queda a la espera de un milagro para proceder a la beatificación.

En el caso de los mártires el proceso es distinto. No requieren la aprobación de virtudes heroicas sino que se pruebe que han sido asesinados por odio a la fe.

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