La historia de Bella Maldonado podría ser como la de cualquiera del medio millón de migrantes que viven en Chile. Sin embargo, algo que la ayudó en su proceso de migración desde que salió de Venezuela ha sido su fe y la especial devoción a la Virgen. Ahora ella ayuda también a otros inmigrantes a sentirse como en casa.
Debido a la crisis política y socioeconómica de Venezuela, en 2005 esta joven arquitecta decidió probar suerte en Australia.
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Volvió a su país luego de tres años pero se sintió "extranjera en su propia tierra" ya que la situación empeoró. Entonces, emprendió viaje a Chile donde la esperaban su madre y su hermana.
En declaraciones a ACI Prensa, Bella explicó que "hay una diferencia cuando tú migras sin fe, a cuando lo haces con fe. Cuando no hay fe es como que vas, llegas y estás solo".
"En cambio, la fe te ayuda en tu proceso de sanación, porque vives el duelo constante, es una tristeza que llevas dentro, algo que dejaste, que perdiste, que no te dejara ser la misma persona y encontrando esta fe que fortaleces en grupo, te va restaurando poco a poco".
Contratación laboral y discriminación que derivan en algunos casos en la trata de personas y explotación laboral son algunas de las dificultades del fenómeno migratorio en Chile. En ese contexto la Parroquia Latinoamericana, en Santiago, a cargo de la Congregación de los Misioneros San Carlos Borromeo conocidos como "escalabrinianos", es un reconocido lugar donde los extranjeros se encuentran y hacen comunidad.
"La parroquia es un nexo, un punto de llegada, un lugar que te recuerda algo de ti. Fomenta la cultura, mantiene los lazos, te busca y te celebra (…) El intercambio cultural es maravilloso. Y en ese sentido, valoro mucho el corazón tan grande de la congregación escalabriniana y de la Iglesia para cobijarnos a todos y a cada uno en su cultura a pesar de que somos diferentes", relató a ACI Prensa.
El cariño de Bella se dirige en especial a un lugar contiguo al templo conocido como la "capilla de las Vírgenes" porque reúne las principales advocaciones marianas e imágenes religiosas de Cristo y santos de más de 20 comunidades.
Para ella, Nuestra Señora de Coromoto, Patrona de Venezuela es un ejemplo claro de lo que la Virgen María quiere.
"Ella te recuerda y te dice: yo estoy aquí, yo soy tu tierra, es un lazo que mantienes. Ella eligió donde estar. Y efectivamente, es un lugar donde hay muchas devociones, donde existen mucho migrantes y ella se encarga de llegar donde sabe que se puede mantener una devoción, no a cualquier lugar", manifestó Maldonado.
Bella vive su devoción a la Virgen María desde que era niña. Pero, es en su historia como migrante cuando más cerca de la Madre se ha sentido. "La Virgen es maravillosa como Madre y la Iglesia como esposa de Jesucristo tiene un corazón inmenso para acoger a las personas", dijo.
La acción de la Iglesia
El párroco, P. Márcio Tonniazo, explicó a ACI Prensa que "se siente la presencia de la Virgen María y se genera ese vínculo tan profundo para que el migrante, con el que puede llevar adelante sus dificultades, sobre todo al inicio de la migración".
De nacionalidad brasilera, el P. Tonniazo llegó hace cuatro años a Chile a continuar el trabajo de integración y fomento de la cultura migrante a cargo del Departamento Arquidiocesano de Pastoral de Movilidad Humana. También, su paso por Argentina y Uruguay lo llevan a reflexionar respecto a la migración como una vivencia personal.
"Dios mismo va delante abriendo el camino y uno sigue haciendo la voluntad de Dios. Acompañar las comunidades y ser migrante es una ventaja, es ser migrante con los migrantes". Es "una riqueza para nosotros", explicó.
El sacerdote explicó que la Parroquia Latinoamericana "es un signo de Pentecostés, un signo de Dios que nos congrega, es un don que va más allá de nosotros (…) Sin la fe, no es posible convivir tantas realidades en un mismo espacio físico. Nos logramos organizar y compartir, se produce integración".
En Chile las regiones Metropolitana, Antofagasta, Iquique y Concepción son las que concentran la mayor cantidad de migrantes provenientes de Perú, Argentina, Bolivia, Ecuador, Colombia, Venezuela, Haití y República Dominicana.
En esos lugares el Instituto Católico Chileno de Migración (INCAMI) trabaja con ahínco para desarrollar capacitación e inserción laboral además del apoyo a la pastoral que busca la promoción, celebración, preservación y acompañamiento de la fe y fiestas patrias y patronales de cada comunidad.
El P. Toniazzo destacó la labor de la Iglesia Católica que trabaja por la acogida e integración de migrantes. "Ahí se vive una primavera (…) La comunidad migrante vino a dar una nueva savia a la Iglesia de Chile".
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- ACI Prensa (@aciprensa) 22 de noviembre de 2016