El Secretario de Estado de la Santa Sede, Cardenal Pietro Parolin, se dirigió hoy a los miembros de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), cuya sede se encuentra en Roma, con motivo de la Jornada Mundial de la Pesca.
El Cardenal Parolin aprovechó su presencia ante dicho foro para denunciar la situación de esclavitud en que trabajan muchos pescadores.
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Tras reconocer que "el sector pesquero ofrece una contribución decisiva a la seguridad alimenticia global, al bienestar humano y a la prosperidad económica", y que "es particularmente importante para la supervivencia de las comunidades pesqueras a pequeña escala de muchos Estados", el Secretario de Estado pidió medidas efectivas que garanticen la dignidad de los trabajadores del sector pesquero.
"La pesca da empleo a millones de personas, y permite el sostenimiento de familias, grupos y comunidades", señaló. "Esto es especialmente importante para los países en vías de desarrollo donde los productos pesqueros representan a menudo la mitad de la actividad económica".
Sin embargo, "es necesario que la visión económica no haga olvidar la garantía del bienestar humano compatible con el cuidado medioambiental, con el objetivo de crear prosperidad a largo plazo sostenible para las generaciones actuales y futuras".
Por estas razones, "la promoción de una pesca y de una acuicultura sostenible y responsable debe ser una preocupación fundamental en todas las iniciativas nacionales e internacionales".
El Cardenal Parolin denunció que muchas veces los trabajadores "viven en constante precariedad laboral debido a que sus contratos son de entre cinco y seis meses".
Por otra parte, "los tripulantes de barcos de pesca permanecen aislado durante largos períodos durante los cuales están privados no sólo de garantías contractuales, sino también de los derechos más fundamentales".
"Los barcos de pesca –afirmó–, especialmente aquellos que se dedican a la pesca en alta mar, tienen cada vez una capacidad mayor de permanecer en mar por períodos de tiempo cada vez más largos, incluso durante varios años".
"En lugar de atracar de forma regular, estos barcos pueden descargar la pesca capturada y repostar combustible en el mar mediante embarcaciones de soporte más pequeñas. Para la tripulación esto significa vivir en condiciones degradantes, en pequeños espacios, casi una reclusión, sin documentos que solo en unos pocos casos les son restituidos tras largos períodos de trabajo forzado y mal pagado".
Frente a este problema, "la Santa Sede considera esencial, para garantizar los derechos de los trabajadores de la pesca, la capacidad de monitorear, identificar y proteger a los pescadores víctimas de la trata, el tráfico y el trato degradante".
Como propuesta concreta, el Cardenal sugirió establecer "medidas legales más estrictas, y desarrollar los procedimientos de aplicación de la normativa en beneficio de los migrantes que trabajan en el sector pesquero, con el fin de ayudarles a escapar del tráfico y la trata de seres humanos".
Además, "se podría dar un necesario impulso a los resultados del Foro de Bali de marzo de 2016 –que reunió a los principales líderes de ambas orillas del Océano Pacífico con el objetivo de proponer medidas que garanticen el crecimiento de calidad y el desarrollo humano– para que no se limite sólo a la región del sudeste asiático, ya que estamos ante un fenómeno arraigado en cada zona y en cada región del planeta. Esto ayudaría a eliminar el negocio ilegal de contrabandistas y traficantes".
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- ACI Prensa (@aciprensa) 18 de abril de 2015