Cada 14 de noviembre, la Iglesia Católica celebra a San José María Pignatelli, jesuita español nacido en Zaragoza (España) en 1737.

De ascendencia italiana, vino al mundo en familia de abolengo: fue hijo de don Antonio Pignatelli de Aragón, príncipe del Sacro Imperio Romano Germánico, y de doña Francisca Moncayo y Fernández de Heredia. Su familia, además, fue numerosa: José María fue el séptimo de ocho hijos.

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Expulsados de territorio español

José María ingresó primero al colegio jesuita de Zaragoza, donde estudiaría humanidades. Después fue admitido en el noviciado de la Compañía de Jesús. Durante esos años de formación apoyó habitualmente la catequesis de niños y de los presos en las cárceles.

En 1767, cuando se produjo la expulsión de los jesuitas de España y sus territorios por orden del rey Carlos III, “el Político” (r. 1759-1788), a José M. Pignatelli y a uno de sus hermanos -también jesuita- se les ofreció la autorización para quedarse en territorio español con la condición de que renuncien a la orden. Los hermanos rechazaron la propuesta y eligieron el destierro, por lo que terminaron asilados en la isla de Córcega.

Supresión de la Compañía de Jesús

Los hermanos permanecieron en Córcega hasta que las fuerzas militares francesas invadieron la isla y fueron nuevamente deportados.

En 1773, el Papa Clemente XIV (p. 1769-1774) emitió un decreto suprimiendo a la Compañía de Jesús, tanto por presión de la corona española como de sus aliados europeos. Como consecuencia de esta medida, aproximadamente 23 mil jesuitas fueron obligados a abandonar sus respectivos conventos y monasterios.

A San José Pignatelli como a la gran mayoría de jesuitas no les quedó otra alternativa que la diáspora o el paso a la clandestinidad, y así vivieron durante al menos las dos siguientes décadas.

Rusia

El P. José María, con permiso del Papa Pío VI (p. 1775-1799), se afilió a los miembros de la Compañía que vivían en Rusia, y con la ayuda de estos iniciaría un plan para reorganizar la Orden en Italia. Sus principales esfuerzos estuvieron dirigidos a la captación y crecimiento de nuevas vocaciones, las que enviaba a Rusia para su formación y preparación.

Llegado el momento, el superior provincial jesuita en Rusia lo nombró Provincial en Italia, contando con la aprobación del Papa Pío VII (p. 1800-1823). Así, la Compañía de Jesús empezaba a renacer, aunque fuera a paso lento y en secreto. El santo oró y trabajó sin descanso para ver a la Orden renacer y cobrar impulso. En 1804, sus esfuerzos dieron fruto: el reino de Nápoles aceptaba el regreso de los jesuitas expulsados.

Restauración de los jesuitas

Poco tiempo después, con la generosa ayuda de muchísimas familias europeas, Pignatelli logró reabrir varios conventos jesuitas en Roma, Palermo, Orvieto y Cerdeña. Aunque, en 1811, el 15 de noviembre, antes de poder ver el restablecimiento completo de la Compañía de Jesús, el Padre José Maria falleció.

El fruto de su trabajo vería la luz no mucho después. El 7 de agosto de 1814, el Papa Pío VII decretó la restitución de la Compañía de Jesús en el mundo entero.

Si deseas saber más sobre la Restauración de la Compañía de Jesús, te recomendamos este artículo de la Enciclopedia Católica: https://ec.aciprensa.com/wiki/Restauraci%C3%B3n_de_la_Compa%C3%B1%C3%ADa_de_Jes%C3%BAs.