En la catequesis de la Audiencia General del miércoles, el Papa Francisco continuó hablando de las obras de misericordia y en concreto de visitar a los enfermos y a los que se encuentran privados de su libertad, como los presos.
"Los hospitales son hoy verdaderas 'catedrales del dolor' donde se hace evidente también la fuerza de la caridad que ayuda y lleva compasión", subrayó en su intervención.
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"No puede faltar, entre las obras de misericordia, la de visitar y asistir a las personas enfermas" porque de esta manera "podemos incluir la de ser cercanos a las personas que se encuentran en prisión".
Francisco recordó que "la vida de Jesús, sobre todo en los 3 años de su ministerio público, fue un incesante encuentro con las personas. Entre estas, tuvieron un lugar especial los enfermos".
"Tanto los enfermos como los reclusos viven una condición que limita su libertad" y "cuando nos falta, nos damos cuenta de cuán preciosa es", destacó añadiendo después: "Jesús nos ha donado la posibilidad de ser liberados no obstante los límites de la enfermedad y de las restricciones".
"Él nos ofrece la libertad que proviene del encuentro con Él y del sentido nuevo que este encuentro lleva a nuestra condición personal".
El Papa afirmó que esta obra de misericordia invita "a un gesto de gran humanidad: el compartir" y "no podemos esconder que, sobre todo en nuestros días, en la enfermedad se tiene una experiencia profunda de la soledad que atraviesa gran parte de la vida".
Francisco explicó que "una visita puede hacer sentir a la persona enferma y sola un poco en compañía" y esto es "una muy buena medicina".
"Una sonrisa, una caricia, estrechar la mano, son gestos sencillos, pero muy importantes para quien se siente abandonado a sí mismo".
El Obispo de Roma agradeció también la "obra impagable" de aquellos que "se dedican a visitar a los enfermos en los hospitales o en sus casas" y cuando "se hace en nombre del Señor se convierte en expresión elocuente y eficaz de misericordia".
El Santo Padre tuvo también palabras para los reclusos, a los que "Jesús no ha olvidado", y señaló que nos invita "a no hacernos jueces de ninguno". "Si uno está en la cárcel es porque se ha equivocado, no ha respetado la ley y la convivencia civil" pero "a pesar de lo que haya hecho siempre es amado por Dios".
En este sentido, "un cristiano está llamado ante todo a hacerse cargo para que quien se haya equivocado comprenda el mal realizado y vuelva en sí mismo". "La falta de libertad es sin duda una de las privaciones más grandes para el ser humano", agregó.
Por tanto, "visitar a las personas que están en prisión es una obra de misericordia que sobre todo hoy asume un valor particular por las diversas formas de justicia a las que están sometidos".
"Que ninguno apunte con el dedo a nadie", sino "seamos instrumentos de misericordia, con actitudes de fraternidad y de respeto", dijo también.