El Papa Francisco criticó hoy, en la homilía de la Misa matutina, a los adoradores de dinero que favorecen las guerras así como la trata de personas y el tráfico de armas.
De esta manera explicó el Papa Francisco el Evangelio del día en el que Jesús en Jerusalén dice "¡Cuántas veces he querido reunir a todos los hijos como una gallina a sus polluelos y no habéis querido!".
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"También hoy delante de las desgracias, de las guerras que se hacen para adorar al dios dinero, a tantos inocentes asesinados por las bombas que lanzan los adoradores del ídolo dinero, también hoy el Padre llora, también hoy dice: 'Jerusalén, Jerusalén, hijos míos, ¿qué estáis haciendo?'. Y lo dice a las pobres víctimas y también a los traficantes de armas y a todos aquellos que ven la vida de la gente. Nos hará bien pensar que nuestro Padre Dios se ha hecho hombre para poder llorar y nos hará bien pensar que nuestro Padre Dios hoy llora: llora por esta humanidad que no termina de entender la paz que Él nos ofrece, la paz del amor".
Francisco recordó que Jesús ya se preparaba para morir: "Alguno ha dicho que Dios se ha hecho hombre para poder llorar, llorar aquello que habían hecho a sus hijos. El llanto delante la tumba de Lázaro es el llanto del amigo. Este es el llanto del Padre".
El Santo Padre también recordó la parábola del hijo pródigo cuando "le pide a su padre la herencia y se marcha". "Ese padre no fue a sus vecinos a decirles: '¡Mira, mira lo que ha pasado! ¡Lo que este pobre desgraciado me ha hecho! Maldigo a este hijo'". "No, no ha dicho esto" pero "estoy seguro, quizás, que se fue a llorar a solas".
Otro momento que rememoró fue el de Jesús con la cruz camino del Calvario, donde se da "un llanto de padre y madre que Dios también hoy continúa haciendo", explicó el Papa.
Evangelio comentado por el Papa:
Lucas 13:31-35
31 En aquel mismo momento se acercaron algunos fariseos, y le dijeron: «Sal y vete de aquí, porque Herodes quiere matarte.»
32 Y él les dijo: «Id a decir a ese zorro: Yo expulso demonios y llevo a cabo curaciones hoy y mañana, y al tercer día soy consumado.
33 Pero conviene que hoy y mañana y pasado siga adelante, porque no cabe que un profeta perezca fuera de Jerusalén.
34 «¡Jerusalén, Jerusalén!, la que mata a los profetas y apedrea a los que le son enviados. ¡Cuántas veces he querido reunir a tus hijos, como una gallina su nidada bajo las alas, y no habéis querido!
35 Pues bien, se os va a dejar vuestra casa. Os digo que no me volveréis a ver hasta que llegue el día en que digáis: ¡Bendito el que viene en nombre del Señor!».
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- ACI Prensa (@aciprensa) 27 de octubre de 2016