Stephanie Packer atesora cada momento que pasa con su esposo y sus cuatro hijos, mientras soporta el sufrimiento del cáncer terminal en Orange, California (Estados Unidos). Su objetivo, comenta, es "hacer todo lo posible para tener un segundo más con mis pequeños".
Cuando la ley de suicidio asistido fue aprobada oficialmente en California en 2016, Packer tuvo que afrontar una dolorosa realidad: su compañía de seguros le negó la cobertura del tratamiento de quimioterapia que sus médicos le sugirieron. Sin embargo, su seguro sí podía cubrir los fármacos para acabar con su vida por solo 1,20 dólares.
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"Fue como si alguien me hubiera golpeado en el estómago", dijo Packer, quien compartió su historia en el nuevo documental Compassion and Choice Denied (Compasión y elección negadas).
Producido por el Center for Bioethics and Culture Network (Centro para la bioética y la red de cultura), el documental detalla la experiencia de Packer de vivir con una enfermedad terminal en una época donde el suicidio asistido es más barato que la lucha por la vida.
Algo preocupante, indica la organización, es que la compañía de seguros inicialmente le había dicho a esta madre que cubriría los medicamentos de la quimioterapia. Pero una semana después de que el suicidio asistido fuera legalizado, le enviaron una carta informando que le negaban la cobertura.
Pese a las múltiples apelaciones que presentaron, la compañía de seguros no cambió su posición.
"Tan pronto se aprobó esta ley, a los pacientes que luchan por una vida más larga terminaron por negarles su tratamiento, porque esto siempre será la opción más barata... es difícil luchar financieramente", señala Packer en el documental.
El suicidio asistido es legal en muchos estados, y está en la cartilla de los votantes del estado de Colorado para las próximas elecciones. Además, la presión para legalizarlo cobró impulso desde el polémico suicidio de la paciente con cáncer Brittany Maynard en 2014.
Muchos líderes católicos prominentes, como el Papa Francisco, se han pronunciado en contra del suicidio asistido, calificandolo de "falsa compasión". El Arzobispo de Los Ángeles, Mons. José Gómez, afirmó a su turno que "representa un fracaso de la solidaridad" y abandona a los más vulnerables de la sociedad.
"Estamos llamados como personas a apoyarnos unos con otros, a sostenernos de la mano y caminar por este viaje", dijo Packer, "quiero que mis hijos vean que la muerte es parte de la vida, y que el final de sus vidas puede ser una oportunidad para apreciar las cosas que no valoraron antes".
En su opinión, los defensores de suicidio asistido han torcido el significado del suicidio para hacer que suene "dulce y bonito", y han redefinido lo que significa vivir con una enfermedad terminal.
"Esto hace que los pacientes terminales se sientan 'menos que', que no son dignos de esa lucha, que no valen la pena", lamentó.
Packer cree que los fármacos letales nunca deberían "ser apoyados por los médicos o administradas por el gobierno. Eso no está bien… porque me afecta negativamente a mí, a mi lucha y a mi capacidad de permanecer aquí más tiempo con mis hijos".
Esta madre pidió además que haya más energía y recursos para hospitales de cuidados paliativos, en lugar de hacer de la muerte la opción más barata. "Podemos empezar por arreglar nuestro deteriorado sistema de salud y que las personas comiencen a vivir en lugar de sentirse como si tuvieran que elegir morir", resaltó.
Traducido y adaptado por Bárbara Bustamante. Publicado originalmente en CNA.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 18 de octubre de 2016