"Un aborto no desaparece los malos recuerdos. Al contrario, convierte el vientre de una mujer en un cementerio y no en una cuna como debería de ser", advirtió el sacerdote salvadoreño Samuel Bonilla –conocido en redes sociales como el Padre Sam– en medio de la polémica por un proyecto de ley que busca legalizar esta práctica en El Salvador.
El aborto en El Salvador está completamente prohibido y la Constitución vigente en el país reconoce "como persona humana a todo ser humano desde el instante de la concepción".
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Sin embargo, recientemente la presidenta de la Asamblea Legislativa de El Salvador, Lorena Peña, del gobernante Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN), presentó un proyecto de ley que busca despenalizar esta práctica "cuando corre riesgo la vida de la madre, es decir, cuando puede morir, así como cuando este es producto de la trata de personas, niñas violadas, y cuando es inviable la vida del feto".
El proyecto de ley del FMLN ha enfrentado duras críticas de su principal opositor político, la Alianza Republicana Nacionalista (ARENA), que calificó la propuesta como una "cortina de humo" frente a los graves problemas sociales y económicos que vive el país, y señaló en un comunicado que "el aborto no se debate, simple y sencillamente no es negociable".
Líderes pro-vida en El Salvador también expresaron su rechazo a la propuesta legislativa del FMLN, y recordaron que "el aborto es un crimen horrendo de un ser inocente en el lugar donde debería estar más protegido".
En un reciente video, publicado en su canal de YouTube, el P. Samuel Bonilla lamentó que "me duele como sangra mi país, me duele como sangra El Salvador.
El sacerdote, utilizando argumentos jurídicos, recordó que la Constitución de El Salvador reconoce el derecho a la vida del concebido, y criticó que el partido gobernante "está queriendo proceder desordenadamente o inconstitucionalmente".
"Hay que decirlo claramente: aborto terapéutico es una contradicción en términos, porque terapia o terapéutico significa 'sanar', 'curar', pero ningún aborto sana o cura a la persona que lo padece; al contrario, le trae traumas increíbles", dijo.
El P. Bonilla advirtió que al promover esta norma "se pretende escuchar a una de las partes, a los que tienen voz, pero no se escucha o no se defiende a los que no tienen voz, en este caso, el feto" y subrayó que "es una discriminación clara al feto".
"Si le preguntáramos a las madres, muchas de ellas estarían dispuestas a dar su vida con tal que su hijo viva", aseguró, y advirtió que en casos de mujeres embarazadas tras sufrir una violación "hay que distinguir quién es la víctima, y quién es el culpable en estos casos".
"A quien se pretende castigar no es al que tuvo la culpa, al violador, al victimario, sino a la víctima, y peor aún, al producto de la víctima. No se está buscando, entonces, atacar el problema, sino el resultado del problema, no el victimario sino la víctima", criticó.
El sacerdote recordó que "la violación es un trauma serio, fuerte" pero "el aborto es un trauma igualmente fuerte o mayor quizá que la misma violación".
"Es querer añadirle a un trauma ya existente otro trauma aún mayor. No eliminará el mal recuerdo, al contrario, lo duplicará", aseguró.
"Pido se respete la experiencia de muchos psicólogos y sacerdotes que acompañan a víctimas que han sufrido un aborto, en las cuales se puede determinar cuántas secuelas graves deja", exhortó.
"El aborto es un asesinato camuflado", dijo, pues se quiere presentar un crimen "de una forma higiénica", y "es condenar a alguien sin darle ninguna oportunidad de defenderse, precisamente porque no tiene voz".
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- ACI Prensa (@aciprensa) 13 de octubre de 2016