En el mundo actual hay numerosos ejemplos de coerción a las expresiones religiosas e incluso son cada vez más los países donde la secularización avanza, dejando atrás la larga tradición e historia enriquecida con elementos.
Ante ello, el Centro de Estudios de la Religión (CER), de la Universidad Católica de Chile organizó del 11 al 13 de octubre el congreso "Las religiones y el ámbito público", que tuvo como fin generar un diálogo entre más de 60 expertos de 10 países de América y Europa.
María Teresa Russo, Doctora en Filosofía y Teoría de las Ciencias Humanas, Universidad Roma Tre, explicó a ACI Prensa que uno de los desafíos de las religiones en el ámbito público es contribuir a la formación de la conciencia de la persona para que pueda ejercerlo en libertad, como lo establecen los Derechos Humanos.
Indicó que esto tendrá como consecuencia un correcto ejercicio de otros derechos, como la libertad de culto y de expresión. "Si no tengo la libertad de formar mi conciencia, no tengo la libertad de formular mi juicio de conciencia", dijo Russo.
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Lo anterior es importante, por ejemplo, para casos como la objeción de conciencia médica en una ley de aborto o la objeción de los padres frente a determinados contenidos escolares.
"Nadie puede ser coaccionado en sus convicciones, pues éstas constituyen su identidad. Ir en contra sería negarse a sí mismo. Por eso hay que defender la posibilidad que cada uno pueda expresarla. Aunque sea en un estado pluralista, hay que dejar espacio para todas las expresiones públicas, religiosas y culturales", señaló.
Por su parte, Hans-Georg Ziebertz, Coordinador del Programa Internacional de Investigación Interdisciplinar sobre Religión y los Derechos Humanos, explicó que "el estado que se define como laico, no está obligado a ninguna convicción ideológica o religiosa. De esta forma, garantizará mejor protección hacia las prácticas religiosas permitiendo a todos los ciudadanos el culto a Dios o efectuar ritos relevantes sin sentirse amenazados, ni agredidos por parte de otros o del Estado mismo".
"No obstante, no es lo mismo un estado laico, que un estado partidario de su propia ideología laicista. Esta ideología no tiene nada que ver con ninguna abstinencia o neutralidad socio-política. Al contrario, ésta representa otra ideología oficial (…) y por tanto inevitablemente competidora", dijo el teólogo.
Para el experto, "todas las fuerzas de la sociedad civil son necesarias para asegurar una cultura de derechos humanos, o para ser más precisos, para asegurar los principios de libertad, igualdad y justicia y para prevenir su sumisión a cualquier interés ideológico y religioso".
"Las religiones se deben dar cuenta que ellas no sólo se benefician de la libertad religiosa, sino que deben involucrarse activamente en todos los aspectos de los Derechos Humanos", precisó Ziebertz.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 12 de octubre de 2015