Al finalizar la audiencia general, el Papa Francisco exigió a los contendientes en la guerra de Siria un nuevo alto el fuego.

Tras "enfatizar y reiterar mi solidaridad con todas las víctimas del inhumano conflicto en Siria", el Obispo de Roma lanzó, "con sentido de urgencia", un "llamado implorando con todas mis fuerzas, a los responsables, para que tomen medidas para un alto el fuego inmediato. Que se imponga y respete al menos durante el tiempo necesario para evacuar a los civiles, especialmente a los niños que todavía siguen atrapados bajo los crueles bombardeos".

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La última tregua pactada por Rusia y Estados Unidos e impuesta a los bandos enfrentados en Siria, se produjo entre el 12 y el 19 de septiembre. El alto el fuego alivió de manera especial a la población de la ciudad de Alepo, la ciudad más importante del país, donde se están produciendo los combates más encarnizados entre el ejército sirio leal al presidente Bashar al-Asad, y el conglomerado de fuerzas rebeldes.

Tras el fin del cese temporal de hostilidades, más de 500 civiles han muerto y 1.200 han resultado heridos en los combates y bombardeos en Alepo, así como en los barrios y localidades de su extrarradio.

Antes del conflicto, Alepo era una pujante ciudad de más de 2 millones de habitantes. En la actualidad, y tras más de cinco años de guerra, es una ciudad completamente destruida –incluida su ciudad vieja de alto valor patrimonial– en la que sobreviven 300.000 civiles que deambulan entre los escombros.

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