Cada 7 de septiembre la Iglesia Católica celebra a Santa Regina (237-253), virgen y mártir, conocida también como Santa Regina de Alesia, por la ciudad donde nació, capital del reino de los mandubios, territorio que albergaba la confederación de tribus galas que habitaron Borgoña y Jura.
Regina nació en Grignon (Francia) en el siglo III y perteneció al pueblo eudo. Pese a que se dispone de poca información sobre su vida, su veneración permanece viva en la Iglesia, especialmente entre los católicos franceses.
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Nutrida por la fe
Regina quiere decir “reina” en latín, por lo que los franceses suelen referirse a ella como Sainte Reine (la Santa Reina).
Regina fue hija de un ciudadano pagano de Alise (Alesia) de nombre Clemente, natural de Borgoña. De acuerdo a la tradición, la madre de Regina falleció durante el trabajo de parto y, como consecuencia, la pequeña fue entregada a una nodriza para ser amamantada. Aquella mujer no la nutrió únicamente con la leche de sus pechos sino que, por ser cristiana, sembró en el corazón de Regina la semilla de la fe; y, como la cuidó como si fuera su propia hija, llegado el momento, pidió para Regina el Bautismo.
La mujer que conoció la libertad
Años después, según cuenta la tradición, cuando Regina era ya una jovencita, un prefecto romano de nombre Olibrio se fijó en ella; y, al enterarse del origen noble de la joven, decidió pretenderla de inmediato. Regina se negó rotundamente a contraer nupcias, pese a las insistencias de su padre para que lo hiciera.
Olibrio, al enterarse de que Regina era cristiana, se le ocurrió que podía doblegar su voluntad con amenazas. Complotó para encerrarla en un calabozo con el propósito de chantajearla. La mandó interrogar, la hostigó y la maltrató, esperando que la joven cambie de parecer.
Sin embargo, a pesar de la cruel estrategia, al innoble prefecto le falló el cálculo. Regina no se doblegaría en ningún momento; solo quería ser fiel a la promesa que le hizo a Cristo de permanecer virgen -solo a Él amaba y por Él dejaría de casarse.
Dios, fuente de todo consuelo
En una de las terribles noches que pasó en cautiverio, Regina recibió el consuelo divino a través de una visión de la cruz, de la que venía una voz que anunciaba que su liberación estaba próxima. Y así fue.
Al día siguiente, Olibrio ordenó que Regina fuera sacada de su celda y fuese torturada.
De acuerdo a las Actas de los mártires, Regina fue ejecutada por decapitación el 7 de septiembre, probablemente del año 251 (el año es incierto, y algunas fuentes señalan el 253 como el año de su muerte). Se señala además que durante su ejecución apareció una paloma blanquísima que se posó sobre ella. Los testigos del hecho consideraron esto como un signo de la presencia del Espíritu Santo.
Posteriormente, la muerte de Regina suscitó innumerables conversiones entre quienes estuvieron cerca en los días de su cautiverio y sacrificio. Sucedería algo semejante entre quienes tuvieron noticia de su martirio.
Iconografía y patronazgo
Santa Regina ha quedado inmortalizada en numerosas representaciones artísticas a lo largo de la historia.
Suele ser representada con la palma del triunfo entre las manos (la palma del martirio) y con un hacha o espada al costado, representación del arma con la que fue ejecutada.
Aparecen también las cadenas con que la ataron (a veces sostenidas en una de sus manos), hoy veneradas en la comuna de Flavigny-sur-Ozerain, en Borgoña. Sobre la cabeza de la santa suele pintarse una paloma suspendida en el aire, en alusión a la presencia del Espíritu Santo durante su martirio. A su lado aparece una oveja, como referencia al oficio de pastora, que Regina desempeñó cuando era niña.
Santa Regina de Alesia es patrona y protectora de las víctimas de la tortura, de los pastores y los carpinteros.