Joe Kovacs, un miembro de Los Caballeros de Colón, la organización laical más grande del mundo, ganó una medalla de plata en las Olimpiadas de Río 2016 tras alcanzar una distancia de 21.78 metros en lanzamiento de bala.

El lanzador de 27 años que se coronó campeón del mundo en Beijing el año pasado, fue entrenado por primera vez en el deporte por su madre, Joanna, quien lo crió sola después la muerte de su padre en 1997.

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"Fui a una pequeña escuela católica llamada Belén Catholic High School, que no tenía una pista o instalaciones. Mi madre se convirtió en mi entrenadora de atletismo al darse cuenta de que no había entrenador de lanzamiento de bala y disco. Tenía conocimiento de lanzamientos, tras haber sido campeona en su distrito cuando era joven", dijo Kovacs en diálogo con Columbia, la revista de Los Caballeros de Colón.

 

 

Al poco tiempo Joanna encontró un entrenador con muchos conocimientos para que Joe pueda entrenar competitivamente.

"Teníamos que viajar a Harrisburg (capital de Pensilvania) todos los domingos después de Misa y reunirnos con él. Yo practicaba y mi madre iba a aprender conmigo. Aquello realmente nos unió y me ayudó mucho en el deporte".

En 2008, Kovacs obtuvo una beca de atletismo de la Universidad Estatal de Pensilvania y se unió a los Caballeros de Colón como un miembro del Consejo 4282 de Nuestra Señora del Sagrado Corazón en Nazaret. Tiempo después el lanzador se graduó con un título en negocios de energía y finanzas.

Sobre su fe, Kovacs contó que junto a su madre empezaron a frecuentar la comunidad de los Misioneros del Sagrado Corazón cuando era pequeño.

"Los misioneros eran los sacerdotes de nuestra parroquia y su comunidad de retiro estaba a 20 minutos de mi casa. Toda la comunidad de sacerdotes y hermanas en la zona me ayudaron a mí y mi familia a salir del momento difícil que fue la pérdida de mi padre. Ellos me ayudaron a formar mi fe", dijo Kovacs.

 

 

Asimismo, uno de los sacerdotes, el P. Joe Gleixner, llegó a ser su padrino de confirmación. "Yo participaba en una gran cantidad de ferias de ciencias en la secundaria, y él me mostró cómo construir cosas. Hemos construido un túnel de viento, juntos. Uno de los sacerdotes retirados también me ayudó aprender a jugar golf, así aprendí a tener un buen swing".

"Ellos no eran sólo modelos, eran amigos, y los considero a todos ellos parte de mi familia", agregó.

Al explicar sobre su decisión de unirse a los Caballeros de Colón, explicó: "cuando era un niño pequeño, para mí eran los chicos geniales que cargaban espadas. Pero me volví cercano a los Caballeros en la iglesia, porque ellos eran siempre los que hacían voluntariado, y organizaban los eventos... Me di cuenta de que las personas que admiraba y que eran mi modelo a seguir formaban parte de esta gran organización".

Finalmente Kovacs contó a Columbia sobre su amor a la Iglesia y su carácter universal. "Cada vez que voy a una iglesia de un país diferente, el formato de la Misa es el mismo. Puede que no sepa lo que están diciendo en el idioma, pero sí sé lo que está pasando".

"En la mayoría de los países, sólo sé algunas palabras para pedir comida, pero cuando voy a la iglesia sé lo que está pasando y puedo participar en la Misa", concluyó.

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