Reconstruyamos nuestras comunidades en torno a Jesús, fue el llamado del Arzobispo de Ferrara-Comacchio (Italia), Mons. Luigi Negri, a los fieles para responder al atentado en Niza (Francia), porque a pesar de que el mundo de hoy optó por quitar la presencia de Dios, sabemos con certeza que Él "ha vencido" y esta victoria "no será eliminada por ninguna fuerza diabólica".
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- Noticieros Televisa (@NTelevisa_com) 20 de julio de 2016
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El Prelado italiano hizo este llamado al día siguiente de la tragedia de Niza, cuando un simpatizante del Estado Islámico (ISIS) se lanzó con un camión sobre la multitud que el 14 de julio celebraba la fiesta nacional de Francia, ocasionando 84 muertos y decenas de heridos.
En un texto publicado en el sitio web de la Arquidiócesis, el Prelado expresó su cercanía y oración a los heridos y a las familias de las víctimas e indicó que si bien es consciente de que en estos días se dirán "muchos discursos circunstanciales" de parte de las autoridades, "de parte mía quisiera simple y brevemente dirigirme a la gente" cuyos rostros se ven en la televisión y que "se siente profundamente perdida y abandonada".
Mons. Negri recordó que durante siglos "se dijo a varias generaciones que había una presencia en nuestra vida, una presencia que no sería nunca venida a menos, aquella amorosa de nuestro Señor Jesucristo, a la luz de la cual todas las circunstancias –también la más terribles que han caracterizado la vida de nuestros pueblos en los últimos siglos– pudieron ser vividas con ejemplar dignidad, una dignidad que hizo grandes a las generaciones pasadas también en la tragedia".
Sin embargo, hoy, "habiendo negado tal Presencia para afirmar al hombre como absoluto, y habiendo negado a la Iglesia para afirmar la autonomía de la razón humana y del progreso científico –que culmina en las horrendas manipulaciones genéticas que están constantemente bajo nuestros ojos–, no queda más que constatar que el hombre ha quedado solo", advirtió.
No queda más que constatar, añadió, que "no hay verdaderamente nadie junto a él, y ante todo el inconmensurable dolor por las pérdidas humanas y familiares no queda más que la compañía de la soledad y el silencio".
"Pero entonces, ¿qué cosa debemos hacer?", cuestionó el Prelado. "Personalmente no puedo hablar sino para aquellos que creen en Dios o cuando menos lo esperan. A ellos les digo que se necesita retornar a lo que afirmó en un lúcido estudio sobre la Iglesia de los orígenes el Beato Cardenal J. H. Newman, y confirmado por el entonces Cardenal Ratzinger (Benedicto XVI): se necesita simplemente hacer el cristianismo".
"En este mundo donde todo se disuelve y la soledad domina la vid de los individuos y de la sociedad, condenándola a un proceso marcado por diversas patologías –la más tremenda de las cuales es la violencia– se necesita decidirse a no afianzar al imperio".
Mons. Negri explicó que durante la dominación romana "los primeros cristianos no afianzaron el imperio, sino que simplemente hicieron otra cosa: hicieron el cristianismo. Afirmaron que Cristo, viviendo entre ellos en el misterio de la Iglesia, era la única verdadera respuesta sobre la vida del hombre y del mundo".
"Fuertes en esta certeza la testimoniaron con su vida, no hablando simplemente de Dios, porque de Dios hablan también los ateos, y ni siquiera hablando genéricamente hablando del trascendente, sino del Dios de Jesucristo, que en Cristo se hizo carne e historia", señaló.
"Reconstruyamos por tanto nuestras comunidades en torno a Jesucristo", exhortó el Prelado. "Invirtamos el mundo de una presencia tal, que es fuerte y mansa. Fuerte porque es cierto que Dios ha vencido, ha ya vencido en Cristo –y esta victoria no será eliminada por ninguna fuerza diabólica– pero también mansa, porque esta nuestra vida nueva es una propuesta de libertad que presentamos a la libertad de cada hombre y mujer que vive junto a nosotros", señaló.
"No sé qué sucederá en el futuro –indicó Mons. Negri–, pero sé que cuanto más se dilate la experiencia auténtica de la Iglesia en su naturaleza propia, tanto más aumentará, en tantos hombres y mujeres, la esperanza y la sonrisa, porque habrán reconocido aquella Presencia que nunca falla".
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