"Soy católico, he comprendido que, sin Dios, el hombre no es nada. Y, además, no existe un ser humano que no crea en algo. A mi edad, miro la muerte con curiosidad. ¿Qué hay del otro lado? ¡Nadie ha regresado para contárnoslo!".
Esta fue una de las últimas declaraciones de Carlo Pedersoli, más conocido como Bud Spencer, antes de fallecer este lunes a los 86 años de edad. Un hombre sin complejos, capaz de conjugar su gran tamaño y sus porrazos con una imagen de bonachón y tierno.
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"Cuando el Padre Eterno me llame, quiero ver qué pasa. Porque si no sucede nada, me voy a enfadar. ¿Me has hecho levantarme todas las mañanas durante 86 años para no ir al final a ninguna parte? Ante tantas cosas enormes que no comprendemos, sólo me puedo aferrar a Él. Cuando me llame, todo se aclarará. Porque hoy ya no se entiende nada".
Enfadado o no, el actor no tendrá que esperar más para aclarar sus dudas, aunque para miles de personas la noticia de su muerte fue más agridulce. Fue su hijo Giuseppe quien anunció la noticia: "Papá se ha ido serenamente. No ha sufrido, nos tenía a todos a su lado y su última palabra ha sido 'Gracias'".
Y se fue como vivió, en familia, con su esposa Maria Amato, con la que estuvo casado 56 años, y sus tres hijos. Un hombre que no temía decir lo que pensaba y que como católico tenía clara sus prioridades y convicciones: "La fe para mí es un dogma, un valor absoluto".
Sus dudas sobre este mundo no incluían al aborto y el divorcio: "Como católico, estoy convencido de que el aborto y el divorcio han destruido a la familia", reconoció en una entrevista.
Y sus posiciones políticas no sólo las tuvo claras sino que las declaró abiertamente. Llegó a vincularse políticamente con Forza Italia, partido con el que se presentó en 2005 como candidato en las regionales del Lazio, aunque no resultó elegido, según recoge Religión en Libertad.
También apoyó en 2013 a su hija Christiana, quien se presentó con Il Popolo delle Libertà, también sin éxito, en las municipales de Roma.
No recibió premios ni fue laureado, quizás, como él mismo dijo, "porque no soy gay ni transexual y tengo la misma mujer desde hace medio siglo", pero no era un hombre en busca de reconocimiento.
"Para mí, en la vida basta siempre una sola palabra, la decencia. Nunca debes creerte alguien que puede destruir a los demás, debes tener la decencia de comprender que mañana por la mañana puedes encontrarte un par de personas a quienes no les importa lo más mínimo todo lo que hayas hecho. Y sucede. Es la vida".
Más allá del actor
Junto a Terence Hill, reventó las taquillas de medio mundo durante los años 70 con su particular visión cómica del spaghetti westerns. Entendió desde el principio como funcionaba la industria del cine y sacó mucho provecho de ello gracias a su actor favorito (Spencer Tracy) y a su cerveza favorita (Budweiser).
Pero antes de llegar al cine, Spencer, que nació en Nápoles en 1929, tuvo una juventud repleta de éxitos deportivos como nadador. Participó en los Juegos Olímpicos de Helsinki 1952 y las de Melbourne 1956, como jugador de waterpolo ganó la medalla de oro para Italia en los Juegos del Mediterráneo de Barcelona 1955 y fue siete veces campeón de Italia en la modalidad de los 100 metros libres.
Licenciado en Derecho, hablaba seis idiomas. Después de abandonar el cine emprendió una vida laboral plagada de negocios, entre los que destaca la compañía aérea de carga Mistral, ahora parte del servicio postal italiano, o una línea de pantalones vaqueros.
Publicado originalmente en Actuall.
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- ACI Prensa (@aciprensa) 2 de febrero de 2016