San Próspero de Aquitania (390-455) fue teólogo seglar, discípulo de San Agustín de Hipona que participó activamente en las principales controversias religiosas de su época, especialmente las concernientes al pelagianismo y a lo que después se denominaría ‘semipelagianismo’; además, en calidad de laico, fue servidor y colaborador del Papa León I durante su pontificado (440-461).
Errores, confusión, herejías
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El semipelagianismo fue un intento de conciliar las ideas de los pelagianos con la doctrina de la lglesia en torno a la gracia y el pecado original. Los pelagianos de larga data habían sostenido que la vida eterna podía ganarse sin el concurso de la gracia divina, haciendo valer solamente el libre albedrío y el esfuerzo humano; para ello se apoyaban en ideas como que el pecado original habría afectado exclusivamente a Adán y que sus consecuencias podían ser remisibles si se procuraba una vida intachable. Los semipelagianos, sus “herederos”, aparecen tras la contundente respuesta que dio San Agustín (354-430) a este problema, quien había señalado que tanto la gracia como la libertad humana son necesarias para la salvación y que al hombre le toca cooperar siempre con la iniciativa divina. Los semipelagianos pretendieron acoger la crítica agustiniana pero sin abandonar las tesis de fondo de Pelagio (354-420), cuya doctrina terminó condenada por herética (Concilio de Cartago de 418).
Los semipelagianos, a diferencia de su inspirador, admitían el concurso de la gracia divina para alcanzar la salvación, pero sólo sobre la base de un movimiento primigenio de la voluntad humana, es decir, de un acto de la libertad en la que Dios no toma parte en absoluto.
El discípulo que honra al maestro
Próspero de Aquitania, discípulo de Agustín, se dio a conocer en medio de esta compleja disputa doctrinal gracias a sus escritos. Estos, afortunadamente, se conservan hasta hoy.
Próspero de Tiro -nombre con el que también se le conoce a este santo- nació en la antigua región francesa de Aquitania en el siglo IV y fue formado por los monjes del monasterio de San Víctor en Marsella.
En 428, Próspero escribió una carta a San Agustín –que en ese momento ya se hallaba en Hipona– sobre las dificultades surgidas en Marsella y sus alrededores contra la doctrina que Agustín había desarrollado. Por esta razón, Agustín escribió dos tratados: Sobre el don de la perseverancia y De la predestinación de los santos.
Cooperador de la verdad
Mientras tanto, en apoyo de su maestro, Próspero redactó un breve tratado sobre la gracia y la libre voluntad. Entre sus obras teológicas se cuentan Adversus Ingratus (Contra el pelagianismo), Pro Augustino Responsiones (Una defensa de San Agustín) y De gratia Dei et libero arbitrio [Sobre la gracia y el libre albedrío], obra escrita en oposición a ciertas tesis de San Juan Casiano.
También San Próspero es reconocido por ser el autor de una Crónica sobre la Iglesia, relato histórico que comprende el período desde la creación hasta la conquista de Roma por los vándalos en el año 455. Este escrito fue una suerte de síntesis de la obra del mismo nombre que escribió San Jerónimo, pero al que Próspero añadió algunas correcciones y precisiones.
San Próspero terminó sus días como secretario seglar nada menos que del Papa San León Magno (León I). Murió alrededor del año 455.