Durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco señaló que en la vida del cristiano hay momentos oscuros, sin fe, donde siente que ya no es capaz de levantarse; pero afirmó que es ahí donde Cristo lo reconforta y le dice "levántate y ve adelante", exhortándolo a mantenerse en pie y en camino, como ocurrió con el profeta Elías.
"Siempre debemos buscar al Señor. Todos nosotros sabemos cómo son los momentos feos: momentos que se te tiran por los suelos, momentos sin fe, oscuros, momentos en los que no vemos el horizonte, no somos capaces de levantarnos. ¡Todos sabemos esto! Pero es el Señor que viene, nos reconforta con el pan y con su fuerza y nos dice: '¡Levántate, y ve adelante! ¡Camina!'. Para encontrar al Señor debemos estar así: de pie y en camino. Después esperar que Él nos hable", aseguró el Santo Padre.
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En su homilía, el Pontífice explicó que la vida del cristiano se puede resumir en tres actitudes: estar "de pie" para acoger a Dios, en paciente "silencio" para escuchar su voz, y "en salida" para anunciarlo a los demás.
Dijo que se puede ser un pecador arrepentido que ha decidido recomenzar con Dios o incluso un elegido por Él que ha consagrado su vida, en todo caso puede asaltarte el "miedo" por creer que no lo lograrás, y puedes entrar en un estado de "depresión" cuando la fe se oscurece.
Para profundizar este aspecto e indicar cómo salir del túnel, el Papa recordó al hijo pródigo, deprimido mientras mira hambriento a los cerdos, y se concentró en el personaje de la liturgia del día, el profeta Elías.
Francisco afirmó que Elías es "un vencedor" que "ha luchado tanto por la fe", ha vencido a centenares de idólatras en el Monte Carmelo; pero se abate tras la enésima persecución que lo toma como blanco y se queda desanimado bajo un árbol esperando morir, sin embargo Dios no lo deja en ese estado de postración, sino que le envía un ángel con un imperativo: levántate, come y parte.
"Para encontrar a Dios es necesario volver a la situación en la que el hombre estaba en el momento de la creación: de pie y en camino. Así nos ha creado Dios: a su altura, a su imagen y semejanza, y en camino. '¡Ve, ve adelante! Cultiva la tierra, hazla crecer; y multiplíquense...'. '¡Sal!'. Sal y vete al Monte y detente sobre el Monte ante mi presencia. Elías se puso de pie. Y puesto de pie, sale".
Sin embargo, "¿cómo pasa el Señor? ¿Cómo puedo encontrar al Señor para estar seguro de que sea Él?", preguntó Francisco.
Indicó que el pasaje del Libro de los Reyes es elocuente. Recordó que el ángel invita a Elías a salir de la caverna en el Monte Oreb donde había encontrado amparo para estar ante la "presencia" de Dios. Sin embargo, al profeta no lo induce a salir ni el viento "impetuoso y recio" que parte las rocas, ni el terremoto que siguió y ni siquiera el fuego sucesivo.
"Tanto ruido, tanta majestad, tanto movimiento y el Señor no estaba allí. 'Y después del fuego, el susurro de una briza ligera' o, como es propio del original, 'el hilo de un silencio sonoro'. Y allí estaba el Señor. Para encontrar al Señor, es necesario entrar en nosotros mismos y sentir aquel 'hilo de un silencio sonoro' y Él nos habla allí", aseguró el Pontífice.
La tercera petición del ángel a Elías es: "Sal", indicó el Papa. Señaló que el profeta es invitado a volver sobre sus pasos, hacia el desierto, porque se le encomienda una misión que cumplir.
Francisco subrayó que en esto debemos aceptar la invitación "a estar en camino, no cerrados, no dentro del egoísmo de nuestra comodidad", sino "valerosos" para "llevar a los demás el mensaje del Señor", es decir, salir en "misión".
Debemos esperar con el corazón abierto para que Dios nos hable, afirmó el Papa. "Y Él nos dirá: 'Soy Yo' y allí la fe se vuelve fuerte. ¿La fe es para mí, para custodiarla? ¡No! Es para ir y darla a los demás, para ungir a los demás, para la misión", concluyó.
Lectura del día
I Reyes 19:9, 11-16
9 Allí entró en la cueva, y pasó en ella la noche. Le fue dirigida la palabra de Yahveh, que le dijo: «¿Qué haces aquí Elías?»
11 Le dijo: «Sal y ponte en el monte ante Yahveh». Y he aquí que Yahveh pasaba. Hubo un huracán tan violento que hendía las montañas y quebrantaba las rocas ante Yahveh; pero no estaba Yahveh en el huracán. Después del huracán, un temblor de tierra; pero no estaba Yahveh en el temblor.
12 Después del temblor, fuego, pero no estaba Yahveh en el fuego. Después del fuego, el susurro de una brisa suave.
13 Al oírlo Elías, cubrió su rostro con el manto, salió y se puso a la entrada de la cueva. Le fue dirigida una voz que le dijo: «¿Qué haces aquí, Elías?»
14 El respondió: «Ardo en celo por Yahveh, Dios Sebaot, porque los israelitas han abandonado tu alianza, han derribado tus altares y han pasado a espada a tus profetas; quedo yo solo y buscan mi vida para quitármela.»
15 Yahveh le dijo: «Anda, vuelve por tu camino hacia el desierto de Damasco. Vete y unge a Jazael como rey de Aram.
16 Ungirás a Jehú, hijo de Nimsí, como rey de Israel, y a Eliseo, hijo de Safat, de Abel Mejolá, le ungirás como profeta en tu lugar.