Durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco recordó las palabras que Cristo dijo a los fariseos sobre el adulterio, y reiteró que se debe enunciar la verdad de Dios, sin dejar de lado la comprensión ante la debilidad humana.
Francisco reflexionó sobre las trampas que los fariseos y los doctores de la ley ponen al Señor para que caiga y minar su autoridad y credibilidad entre las personas; tal como narra el Evangelio de hoy, cuando los fariseos preguntan a Jesús si es lícito para el hombre divorciarse de su mujer.
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El Papa señaló que creyendo tener "toda la ciencia y la sabiduría del pueblo de Dios", un "grupito de teólogos iluminados" ponen una trampa al Señor, la "trampa de la casuística", pero que el Señor toma para ir más allá y llegar a la plenitud del matrimonio; algo que Cristo ya había hecho en el pasado con los saduceos al abordar el pasaje de la mujer que había tenido siete maridos, para señalar que en la resurrección ya no será esposa de ninguno, pues en el cielo no habrá ni mujer ni marido.
"Ya no son dos, sino una sola carne. Por lo tanto, 'el hombre no separe lo que Dios ha unido'", señaló el Papa.
Francisco agregó que "Jesús responde desde la verdad abrumadora, desde la verdad contundente, ¡ésta es la verdad!, ¡desde la plenitud siempre! Y Jesús nunca negocia la verdad". Refiriéndose al "grupito de teólogos iluminados", dijo que estos siempre negociaban la verdad, "reduciéndola a la casuística. Jesús no negocia la verdad. Ésta es la verdad sobre el matrimonio, no hay otra".
Sin embargo, recordó que "Jesús es tan misericordioso, es tan grande, que nunca, nunca, nunca les cierra la puerta a los pecadores", y es por ello que no se limita a enunciar la verdad, sino que les recuerda a los fariseos lo que Moisés estableció en la ley. Pero ellos le repitan que Moisés redactó una declaración de divorcio, sin embargo, Jesús responde que esa norma había sido escrita "debido a la dureza del corazón de ustedes". Lo cual indica que Jesús distingue entre la verdad y la "debilidad humana".
"En este mundo en el que vivimos, con esta cultura de lo provisorio, esta realidad de pecado es tan fuerte", dijo Francisco. Luego agregó que si bien está "la dureza del corazón, está el pecado", no todo está perdido sino que algo se puede hacer, pues también está "el perdón, la comprensión, el acompañamiento, la integración", y sobretodo que "¡la verdad no se vende nunca!". "Jesús es capaz de decir esta verdad tan grande y al mismo tiempo ser tan comprensivo con los pecadores, con los débiles".
El Papa Francisco señaló que Jesús nos enseña dos cosas: "la verdad y la comprensión", y remarcó que es esto lo que los "teólogos iluminados" no pudieron comprender, pues estaban cerrados en el "¿se puede?" o "¿no se puede?", y por lo tanto fueron incapaces de tener horizontes grandes, fueron incapaces de amar hasta la debilidad humana. Baste ver "la delicadeza» con la que Jesús trata a la adúltera, que iba a ser lapidada: «Yo tampoco te condeno, anda y de ahora en adelante no vuelvas a pecar", afirmó.
"Que Jesús nos enseñe a tener con el corazón, una gran adhesión a la verdad, y también con el corazón una gran comprensión y acompañamiento a todos nuestros hermanos que están en dificultad", pidió Francisco. "Y éste es un don, esto lo enseña el Espíritu Santo, no esos doctores iluminados, que para enseñarnos necesitan reducir la plenitud de Dios a una ecuación casuística ¡Que el Señor nos dé esta gracia!", concluyó.
Lectura del día
Marcos 10:1-12
1 Y levantándose de allí va a la región de Judea, y al otro lado del Jordán, y de nuevo vino la gente donde él y, como acostumbraba, les enseñaba.
2 Se acercaron unos fariseos que, para ponerle a prueba, preguntaban: «¿Puede el marido repudiar a la mujer?»
3 Él les respondió: ¿Qué os prescribió Moisés?»
4 Ellos le dijeron: «Moisés permitió escribir el acta de divorcio y repudiarla.»
5 Jesús les dijo: «Teniendo en cuenta la dureza de vuestro corazón escribió para vosotros este precepto.
6 Pero desde el comienzo de la creación, Él los hizo varón y hembra.
7 Por eso dejará el hombre a su padre y a su madre,
8 y los dos se harán una sola carne. De manera que ya no son dos, sino una sola carne.
9 Pues bien, lo que Dios unió, no lo separe el hombre.»
10 Y ya en casa, los discípulos le volvían a preguntar sobre esto.
11 Él les dijo: «Quien repudie a su mujer y se case con otra, comete adulterio contra aquella;
12 y si ella repudia a su marido y se casa con otro, comete adulterio.»