Miles de católicos de todo el mundo se suman cada año a la devoción de la Divina Misericordia, cuya fiesta se celebra el primer Domingo de la Octava de Pascua, al tiempo que tratan de vivir la misericordia con el prójimo como lo hicieron diferentes santos.
Joseph Pronechen, escritor católico y autor del libro Fruits of Fatima - Century of Signs and Wonders [Frutos de Fátima. Un siglo de signos y prodigios] recoge en un artículo publicado en el National Catholic Register, el modo en que algunos santos encarnaron la misericordia de Cristo a lo largo de la historia.
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“Los santos nos enseñan que todos podemos seguir las indicaciones de Jesús para practicar la misericordia: entre los pobres, en los hospitales y entre los afligidos, en el confesionario, en un claustro o en la puerta de un convento”, explica.
A continuación, compartimos seis santos que encarnaron la misericordia y que pueden ayudarte en tu camino de santidad:
1. Santa Faustina Kowalska
Pronechen recuerda que Cristo se le reveló en visiones a Santa Faustina Kowalska, llamada la “Mensajera de la Misericordia”, y le pidió mostrar al mundo su Divina Misericordia para la salvación de las almas.
Ella narró en su diario que Cristo, “disfrazado de un joven pobre”, se le reveló y tras pedirle y comer un plato de sopa, le explicó “que él era el Señor del cielo y de la tierra” y desapareció. Luego, la santa escribió que escuchó las siguientes palabras de Jesús en su corazón:
“Hija mía, las bendiciones de los pobres que me bendicen al salir de esta puerta han llegado a mis oídos. Y tu compasión, dentro de los límites de la obediencia, me ha complacido, y por eso bajé de mi trono: para gustar los frutos de tu misericordia”.
Pronechen refleja que la santa sirvió con misericordia al prójimo desde la actividad más sencilla: ser portera de la puerta del convento y que Jesús le enseñó que “se puede hacer el bien siempre y en todas partes y en todo momento” a través de tres formas concretas: con obras, palabras y la oración.
“En estos tres grados está contenida la plenitud de la misericordia, y es una prueba incuestionable de amor por Mí. Por este medio un alma se glorifica y hace reverencia a mi misericordia”, dijo Jesús a Santa Faustina.
2. San Juan Pablo II
Para Pronechen, junto a Santa Faustina Kowalska, San Juan Pablo II es una de “las dos grandes lumbreras que esparcen el fuego de la Divina Misericordia por el mundo" en las últimas décadas.
San Juan Pablo II, quien fue muy devoto de la Divina Misericordia, publicó en 1980 su carta encíclica titulada Dives in Misericordia, donde anima a los fieles a volver la mirada al misterio del amor misericordioso de Dios. Además, beatificó y canonizó a Santa Faustina Kowalska e instituyó el Domingo de la Divina Misericordia.
En la homilía de la canonización de Santa Faustina, el 30 de abril de 2000, San Juan Pablo II dijo que Cristo “se inclinó sobre toda clase de pobreza humana, material y espiritual” y que su ejemplo “llevó a las ‘obras de misericordia’ espirituales y corporales”, que es “una forma concreta de ser ‘prójimo’ de los hermanos y hermanas más necesitados”.
Cristo enseñó que “el hombre no sólo recibe y experimenta la misericordia de Dios, sino que también está llamado a practicar la misericordia hacia los demás: ‘Bienaventurados los misericordiosos, porque alcanzarán misericordia’”, dijo el santo.
3. Santa Teresa de Calcuta
Santa Teresa de Calcuta vivió la misericordia de Jesús en su servicio a los más pobres del mundo, por ejemplo, solía “recoger a los moribundos y a los pobres literalmente de las alcantarillas”, detalla Pronechen, y lo hacía todo con alegría.
La santa solía llamar “Jesús disfrazado” a todos los pobres que servía; siempre “los trató con gran amabilidad y dignidad, los alimentó y los asistió mientras agonizaban, y puso verdaderamente en acción las obras corporales de misericordia”, explica Pronechen.
Además, solía alentar a los demás a hacer lo mismo a su manera. “Las calcutas están en todas partes, si tan solo tuviéramos ojos para ver. Encuentra tu Calcuta”, dijo ella. “Háblales con ternura. Que haya bondad en tu rostro, en tu mirada, en tu sonrisa, en la calidez de tu saludo. Ten siempre una sonrisa alegre. No solo brindes tu cuidado, sino también tu corazón”, señaló.
Santa Teresa de Calcuta solía decir que “Jesús lo dejó muy claro: todo lo que haces al más pequeño de mis hermanos, me lo haces a mí. Das un vaso de agua y me lo das a mí. Recibes a un niño pequeño, y me recibes a mí”.
4. Santa Catalina de Siena
Pronechen dijo que Santa Catalina de Siena, declarada doctora de la Iglesia por el Papa San Pablo VI, servía con gran misericordia a los pobres a sus 33 años, la misma edad en que murió Santa Faustina Kowalska.
Ella solía dar consejos con paciencia y rezar “por interminables filas de personas con problemas”. Su fama era tanta, que “tres sacerdotes fueron asignados a tiempo completo para escuchar las confesiones de los que ella aconsejaba”, e incluso, fue “consejera de Papas”.
Al igual que otros santos, Santa Catalina cuidaba a los enfermos y alimentaba a los ancianos. Ella cuidó sin miedo a los afectados por una plaga en 1374, “consolando a los moribundos y enterrando a los difuntos”, dijo Pronechen. “Muchas veces sus actos de misericordia incluían lo milagroso: Dios multiplicaba el alimento en sus manos”, agregó.
Pronechen relató que una vez, la santa atendió a una mujer leprosa que había sido “desterrada de la ciudad” por su enfermedad, y que luego, “se convirtió a través de la oración y la asistencia paciente de Catalina”. Al igual que ella, “muchos otros se convirtieron” gracias a sus oraciones y sacrificios, agregó.
5. San Pío de Pietrelcina
Pronechen dijo que San Pío de Pietrelcina fue ejemplo de “misericordia en el perdón”, pues confesaba sin descanso a innumerables pecadores arrepentidos que acudían a él. El santo absolvía a los penitentes en el confesionario “durante 12 horas” todos los días, precisó.
El día de la canonización de San Pío el 16 de junio de 2002, San Juan Pablo II dijo en su homilía que “el Padre Pío fue un generoso dispensador de la misericordia divina”, a la vez que se sabía necesitado de la misericordia de Cristo. El solía decir: Jesús “ha olvidado mis pecados, y yo diría que solo recuerda su propia misericordia”, dijo Pronechen.
6. Santa Teresa de Lisieux
Pronechen recordó que Santa Teresa de Lisieux gustaba de la misericordia de Cristo y de practicar esta virtud en las pequeñas tareas cotidianas. “Qué feliz soy de verme imperfecta y necesitada de la misericordia de Dios”, solía decir la joven religiosa.
En el libro “Historia de un alma”, escrito por la santa, ella dijo que se dedicó a practicar “pequeños actos de virtud bastante ocultos”, por ejemplo, dijo que le gustaba “doblar los mantos olvidados por las hermanas, y buscaba mil ocasiones de prestarles servicio”.
“Debo buscar la compañía de aquellas hermanas que según la naturaleza menos me agradan. Debo cumplir con ellas el oficio del Buen Samaritano”, escribió. “Una palabra, una sonrisa amable, a menudo bastarán para alegrar un corazón herido y afligido”, agregó.
La santa prometió que desde el cielo dejaría caer “una lluvia de rosas sobre la tierra” y así fue, pues hoy “continúa realizando actos de misericordia por innumerables almas”, dijo Pronechen.
Esta noticia se publicó originalmente el 28 de abril de 2022.