El P. Rodrigo Miranda es un sacerdote chileno, miembro del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) que vivó en Alepo (Siria) desde marzo de 2011 hasta finales del año 2014, cuando se vio obligado a abandonar el país.
En una entrevista concedida al diario español ABC, el P. Miranda afirmó que el testimonio de los cristianos perseguidos en Siria "es un antídoto al mundo mediocre y decadente de nuestras sociedades. Nos hacen despertar a las cosas esenciales e importantes de la vida. Nos invitan a preguntarnos en qué estamos perdiendo la vida o qué estamos haciendo para ganarla".
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
"En Occidente uno tiene que hacer toda una pastoral hollywoodense para atraer a los jóvenes a la parroquia. En Alepo muchas veces se sentaban a hablar de qué pasaría si entraran a sus barrios a asesinarlos. Me preguntaban: 'Padre, ¿es cierto que uno tendría que dar la vida por Cristo?'. Esos eran sus temas de conversación. Yo aprendí a ser sacerdote en Siria", afirma.
Además precisa en ABC: "La Iglesia católica en sus diferentes ritos es la que ha sostenido la ayuda. No solo en lo material sino también a la hora ofrecer esperanza. Sobre todo porque los cristianos de Irak y Siria se sienten abandonados. Obviamente ellos no esperan mucho de la comunidad internacional, pero tampoco de la Iglesia Occidental". En ese contexto, el P. Rodrigo Miranda apunta que la población cristiana en Siria pasó de representar el 10 por ciento a quedar tan sólo el 2 por ciento porque "son el blanco" no sólo del llamado Estado Islámico, sino también de las oposición. "La Iglesia en Alepo sigue siendo muy fervorosa, muy devota, con mucha actividad. Nosotros, los de rito latino, somos la minoría dentro de la minoría", asegura el joven sacerdote.
Sin embargo recuerda al diario ABC que antes de la guerra "los fines de semana teníamos en la misa entre 250 y 300 personas, ahora debemos tener 15. A las iglesias del centro de la ciudad acude más gente porque están más protegidas. Al ser una minoría todos nos conocemos. Uno conoce por nombre y apellido las personas que han sido asesinadas".
"En todos los años que estuve en Siria no escuché a ninguna persona quejarse contra Dios. Lo contrario. Agradecen a Dios por cada día. Cuando te cuentan las historias más escabrosas siempre terminan diciendo: 'Pero gracias a Dios estamos vivos, podemos venir a la Iglesia'. Los cristianos de Oriente Medio tienen un temple distinto. Cada vez que hay un bombardeo, se llena la Iglesia. No veo rostros tristes, aunque eso no signifique que no sufran", explica el P. Rodrigo Miranda.