Cada 7 de mayo, celebramos a la primera beata nacida en Venezuela, Sor María de San José. Ella fue una dedicada religiosa, cofundadora de la Congregación de las Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús y su primera superiora general.
Las Hermanas Agustinas Recoletas se dedican al cuidado de adultos mayores en estado de abandono, personas sin recursos económicos, niños de la calle y enfermos en general; para el cumplimiento de su tarea cuentan con albergues y hospitales.
Recibe las principales noticias de ACI Prensa por WhatsApp y Telegram
Cada vez es más difícil ver noticias católicas en las redes sociales. Suscríbete a nuestros canales gratuitos hoy:
Laura Alvarado Cardozo, conocida como la Madre María de San José, o, simplemente, la Madre María, nació el 25 de abril de 1875 en el pueblo de Choroní (Venezuela). Fue bautizada en octubre de ese mismo año recibiendo el nombre de Laura Evangelista.
Consagrada a amar y servir
Cuando tenía 5 años toda la familia se mudó a la ciudad de Maracay, capital del estado de Aragua, en la región central del país. El 8 de diciembre de 1888, día de la Inmaculada Concepción, Laura hizo la Primera Comunión y prometió al Señor, de forma privada, que se mantendría virgen a perpetuidad. En ese momento tenía solo 13 años.
Unos años más tarde, a los 18, Laura empezó a ser la encargada de la preparación para la Primera Comunión en su parroquia. Era 1893 y la joven, con la compañía espiritual del sacerdote y párroco de Maracay, P. Justo Vicente López Aveledo, se convirtió en cofundadora de la Sociedad de las Hijas de María. Laura integraba el grupo inicial de voluntarias y hace sus primeros votos a los 22 años. Por ese entonces, el P. López inaugura el primer hospital de la ciudad, el Hospital San José, donde la beata se dedica al cuidado de los enfermos. A punto de cumplir los 24 años, en 1899, Laura recibe del P. López un encargo importantísimo: ser la directora y administradora del Hospital San José.
Los frutos de la caridad y la oración
Para 1901 el P. Vicente López, con la mente puesta en el crecimiento de esta obra que Dios había suscitado, funda la congregación de las ‘Hermanas Agustinas Recoletas del Corazón de Jesús’, Orden aprobada por San Pio X, a la que Laura se integra el 22 de enero de 1901. La joven se consagra como hermana hospitalaria agustina y adopta el nombre de ‘Sor María de San José’. Dos años más tarde, en 1903, la ‘Madre Laura’ se convertía en la primera superiora de la congregación.
En los años sucesivos, las agustinas recoletas se dedican con esfuerzo y tenacidad a trabajar por y con los más débiles. Se fundan asilos, orfanatos, casas maternas, hospitales y colegios. Y como si esto fuera poco, las hermanas agustinas recoletas llegaron a abrir hasta 35 casas a lo largo y ancho del territorio venezolano.
La Madre María se ocuparía de servir a su comunidad religiosa y sus obras apostólicas por muchos años, viviendo y trasladándose por distintas partes de Venezuela como Maracaibo, Caracas, Coro, Ciudad Bolívar, la mayoría de las veces laborando como directora en centros de salud u hospitales, pero siempre en contacto directo con los que sufren.
A la etapa inmediatamente posterior a la fundación de la Orden pertenece la creación del Instituto Agustiniano Casa Hogar ‘Doctor Gualdrón’, a la que seguiría la fundación de la que sería la Unidad Educativa (U.E.) Instituto ‘Madre María’ en 1945. Tras la muerte de la Madre, dicho Instituto fue cedido a la Arquidiócesis de Barquisimeto.
La Madre María de San José falleció el 2 de abril de 1967 en su querida Maracay. Sus restos reposan en la Capilla de las Hermanas Agustinas de la Casa Hogar ‘Inmaculada Concepción’ de su ciudad, donde la Madre vivió la mayor parte de su vida.
Una profecía y el milagro
En 1982 ocurrió el milagro por el que la Madre María sería beatificada. Se trata de la curación de la Hermana Teresa Silva, quien había quedado inválida a causa de una penosa enfermedad. La Madre le había profetizado su curación años antes de morir.
El 7 de mayo de 1995, el Papa San Juan Pablo II proclamó ‘beata’ a la Madre María. En la ceremonia de beatificación, el Santo Padre dijo: "La Madre María es una mujer que supo fundir de manera admirable oración y acción (...) consumándose en un amor ilimitado hacia Dios y en la práctica de la más genuina caridad hacia el prójimo".