Cada 4 de mayo la Iglesia recuerda a San Florián de Lorch, mártir y patrono de Polonia; también conocido como ‘San Floriano’ debido a su nombre en latín, ‘Florianus’; mientras que su apellido puede escribirse ‘Lorsch’, incorporando una ‘s’ al final, como corresponde a su lengua original.
Lorsch es un antiguo pueblo de Alemania donde está ubicada la célebre abadía imperial de Lorsch, recinto benedictino.
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Buen soldado, mejor cristiano
Florián vivió entre los siglos III y IV en tiempos del Imperio Romano, a cuyo servicio se consagró como militar. Florían estuvo encargado de las fuerzas imperiales destacadas en Baviera (hoy Alemania). Es considerado patrono de Polonia, de la ciudad de Linz (hoy perteneciente a Austria); de los limpiadores de chimeneas y de los bomberos.
San Florián nació alrededor del año 250, en la ciudad de Aelium Cetiumin, hoy conocida como Saint Pölten, ubicada en el actual territorio de Austria. Florián vivió en Lauriacum (Enns, Alta Austria) y, según la tradición, intervino en un gran incendio logrando apagar las llamas con escasísimos recursos -una simple cubeta-. Cómo pudo salvar muchas vidas, la tradición le otorgó el patronazgo de las compañías de bomberos.
Dignidad y martirio
En tiempos de Diocleciano -cruel emperador romano perseguidor de la Iglesia- arribó a Baviera su representante, el cónsul Aquilino, con la orden de acelerar la eliminación de la creciente comunidad cristiana local.
Aquilino tuvo un encuentro con Florián en el que le solicitó su disposición para hacer valer el edicto del emperador en contra de la Iglesia. Florián se negó rotundamente a seguir órdenes que fueran en contra de los cristianos, alegando que él mismo era un converso a la causa de Cristo. Además, quiso dejar en claro frente a todos que se sentía parte de la comunidad que habitaba la región. En un acto de extremo valor, Florián puso su cargo a disposición de la autoridad imperial y decidió compartir la suerte del resto de sus hermanos en la fe.
Las Actas de los mártires detallan que Florián no opuso resistencia a los soldados de Aquilino. Confrontado frente a las imágenes de unas divinidades romanas, se negó a adorarlas, por lo que se ordenó que fuese azotado hasta quedar despellejado.
El Martirologio romano indica que su ejecución fue por orden directa de Aquilino. Florián fue arrojado desde lo alto de uno de los puentes de Lorch a las aguas del río Enns con una piedra atada al cuello. Era el año 304.
Patrono de Polonia
Las reliquias del fiero soldado fueron rescatadas de las aguas y trasladadas a Roma. El Papa Lucio III, en 1138, regaló una parte de estas al rey Casimiro de Polonia y al obispo de Cracovia. Desde entonces, se considera a San Florián como el patrono de esa nación. Hoy es posible venerar sus restos en Cracovia, Polonia, en la iglesia que le fue dedicada.
Veneración e iconografía
Este santo aparece generalmente representado con una cubeta de agua en la mano, en alusión a la historia del incendio que apagó él solo. Existen otros relatos que consideran también la posibilidad de que San Florián haya formado un grupo de soldados romanos especializados en apagar incendios.
Los patronazgos de San Florián incluyen también a los deshollinadores de chimeneas, fabricantes de jabón, cerveceros, viticultores; también es intercesor de quien está en peligro de ahogarse en las aguas.